En los últimos días hemos asistido al resurgimiento de una vieja discusión que se renueva como si en los últimos treinta años nada hubiera pasado en nuestra capital. El rechazo a la incorporación de 10.000 nuevas Há a las zonas urbanizables de la Región Metropolitana molestó tanto a los actores económicos que están detrás de los cambios, que debieron desatar una furiosa campaña comunicacional, en donde supuestos destacados profesionales, representantes de inmobiliarias y del sistema financiero salieron a asustar a la población, planteando un encarecimiento de los precios del suelo y de las viviendas al tiempo que afirman que Santiago crecerá, con o sin ampliación por lo que el gobierno debiera hacer cualquier cosa para intentar revertir la decisión del Gobierno Regional.
Dentro de los defensores del crecimiento a destajo y sin planificación, destaca Marcial Echeñique, el mismo que en 1997 vendió la pomada de la Costanera Norte al gobierno de turno, diciéndole que disminuiría los tiempos de viaje y la congestión y que ayudaría a convertir al Gran Santiago en una capital del siglo XXI.
No puedo dejar de recordar aquella charla en la FAU en 1997, cuando ante la pregunta de un alumno, acerca de si la presión inmobiliaria que la Costanera Norte significaría, terminaría o no expulsando a los más pobres a una periferia cada vez más lejana y con menos servicios, el mencionado profesor respondió tajante y con el mismo aire de superioridad e infalibilidad con el que lo vemos hoy que en el año 2005 la pobreza en Chile ya no existiría.
El mismo protagonista hoy nos desea imponer otras de sus profecías de carácter teleológico y nos dice que la RM llegará a 8 millones de habitantes y consumirá 10.000 nuevas hectáreas de suelo rural, de todas maneras, planteando además, que la gente está dispuesta a viajar y pagar cada día más por vivir en una casa con más terreno y cerca de la naturaleza, como si las poblaciones de Pudahuel Sur, de Quilicura y Puente Alto, hubieran acercado a las familias más pobres de nuestra capital a un mejor vivir y en un mayor contacto con la naturaleza.
Lo que estos “expertos” callan es la gran diferencia que existe entre proyectar y planificar el territorio. Mientras el primer término solo se preocupa de constatar las tendencias del mercado y tomar decisiones que las favorezcan sin siquiera cuestionar si estas son buenas o malas, el segundo, aborda las mismas, incorporando otras variables de caracteres sociales, culturales y políticas, desde una mirada critica, intentando encauzarlas hacia un futuro mejor para todos y todas o revertirlas decididamente cuando estas se manifiestan como negativas o cargadas de externalidades que la sociedad no es capaz de asumir y corregir de manera colectiva.
Lo que no nos dicen estos destacados actores del hacer ciudad es que hace ya treinta y dos años que el mercado nos viene prometiendo una mejor ciudad y que la que ha construido, cada vez entrega una más cara y peor calidad de vida a sus habitantes. Lo único cierto, le duela a quien le duela. el mercado no ha logrado en 32 años construir barrios equipados y de carácter autosuficientes y en su lugar ha extendido una ciudad fragmentada y segmentada en donde coexisten sin conocerse siquiera el derroche y la escasez, el ocio y la superexplotación, la salud y la enfermedad, la acumulación y el empobrecimiento paulatino, mientras el valor del suelo ha seguido subiendo y el promedio de viajes diarios por persona se ha duplicado, de la mano de las millonarias utilidades de los desinteresados inversionistas que abogan por más suelo para seguir construyendo una de las ciudades más ineficientes del mundo.
Por qué Santiago habría de seguir creciendo en extensión cuando tiene mucho más de 10.000 HÁ en torno a su centro fundacional, en comunas como Quinta Normal, Lo Prado, Pedro Aguirre Cerda, Recoleta e Independencia y otras con un nivel de abandono y deterioro, que posibilita absorber el crecimiento de Santiago en los próximos treinta años con un inmejorable acceso a infraestructura y servicios y a diez minutos de todo.
Llama la atención que en todo este debate solo hablen los expertos en proyección urbana, los especialistas en economía y los representantes de las empresas inmobiliarias y que aun no se le de espacio a los innumerables planificadores, académicos y dirigentes sociales que desde el retorno a la democracia vienen planteando la necesidad de contener e intervenir la ciudad con miras a generar equidad urbana antes de que esta siga creciendo sin dios ni ley y solo regida por la oferta y la demanda.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario