La razón de esta importante presencia radica en este año, el Foro estuvo dedicado, de manera especial, al intercambio de experiencias y a la coordinación de todas las luchas por los derechos colectivos de los pueblos y naciones sin estado propio. El objetivo del mismo era analizar las formas de incorporar esta variable de las luchas de emancipación en el mundo a los esfuerzos por construir ese otro mundo posible que el FSM viene ayudando a materializar durante la última década.
Resulta obvio, por cierto, que esta incorporación ha sido producto, principalmente, del cambio de época que se vive en América Latina, en donde la antigua forma de relacionarse con los pueblos indígenas y originarios, fuertemente marcada por el etnocentrismo y el paternalismo, viene siendo reemplazada por el respeto integral de sus derechos humanos, tanto civiles, como políticos, sociales y culturales y por la incorporación de sus cosmovisiones a las formas de enfrentar el quehacer y la forma de resolución de los conflictos entre los distintos actores de la sociedad.
En este marco se dieron a conocer las distintas realidades sociales de la mayoría de los pueblos y naciones que viven en esta situación y que hoy por hoy poseen escasa o nula visibilidad para nuestra sociedad civil, que se ha planteado la necesidad imperiosa de co-construir, desde la diversidad más absoluta, las nuevas estructuras y reglas que deberán dar cuerpo a ese nuevo orden que esta naciendo.
Durante el foro, se evidenció una sintonía plena entre pueblos geográficamente distantes que no tuvieron problema alguno para encontrar las raíces y los protagonistas comunes en la denegación de sus derechos. Esto, fue complementado con una férrea voluntad de aunar esfuerzos para avanzar en el logro del reconocimiento de sus derechos colectivos como pueblos libres y soberanos, con el derecho a la autodeterminación, sin restricciones de ningún tipo, como el protagonista principal de los mismos.
Catalanes, Canarios, Tamiles, Gallegos, Vascos, Chechenios, Turcos, Kurdos, Amazonios, Mapuches, Mayas, Andinos, Saharauis, Tibetanos y por supuesto los Palestinos, venidos de todas partes del mundo, intercambiaron sus experiencias de resistencia y construcción de soberanía; sus opiniones y enfoques de acción para enfrentar la crisis global del capitalismo y de su civilización; sus opiniones acerca de la necesidad de terminar con la política de criminalización de la protesta social y de la resistencia a las ocupaciones extranjeras y con cualquier tipo de discriminación basada en la subordinación de determinadas creencias, géneros, pueblos o naciones, a otros, con objetivos políticos o económicos.
Por último la necesidad de superar la actual forma de organización de la sociedad, superando también al Estado Nacional como su expresión formal y la necesidad de iniciar un camino hacia un mundo basado en el respeto mutuo y el reconocimiento pleno de las identidades locales y regionales.
Proliferaron las mesas de discusión acerca de los desplazados, de los refugiados, del exilio, de la permanencia del colonialismo, de la deuda externa y su relación con el derecho a la autodeterminación.
Resultó imposible evitar las discusiones, en todas las mesas y en todos los paneles acerca de la invasión israelí a Gaza y de la política de exterminio físico y político que el Estado de Israel esta desarrollando como parte de su política histórica de limpieza étnica en Palestina, que cuenta con el apoyo de los EEUU y de Europa. Se realizó, por lo mismo, un llamado concreto a la sociedad civil en todo el mundo a impulsar el Boicot a Israel, tanto en los ámbitos económicos, como militares, académicos y políticos; a la promoción de sanciones desde la comunidad internacional y desde la sociedad civil, hacia el Estado de Israel, reinstalando en el imaginario colectivo de la sociedad actual la relación existente entre sionismo y racismo.
Al mismo tiempo se realizó un reconocimiento especial al campo judío antisionista que en los últimos años ha ido incrementando su presencia e influencia en diversas partes en el mundo y se hizo un llamado a la sociedad civil israelí a apartarse del racismo y a integrarse a la lucha por un mundo sin guerra, con justicia social y pleno respeto a los derechos humanos, tanto colectivos como individuales.
Destacable resultó también la necesidad, compartida por todos, de abordar y revertir los procesos de expoliación, por parte del capita transnacional, de los recursos naturales de los pueblos, por la relación primordial que esta variable posee con la opresión de carácter nacional o extranjera, constituyéndose en la base económica de la misma.
Se insistió en la necesidad de un nuevo orden internacional. En la necesidad de reformar las estructuras de las organizaciones internacionales desde la perspectiva del respeto integro a los derechos colectivos de los pueblos, lo que inevitablemente plantea la necesidad de terminar con el derecho a veto en el consejo de seguridad de naciones unidas y se destacó el tremendo valor que para esta lucha poseen las nuevas constituciones políticas aprobadas mayoritariamente en los hermanos países de Bolivia y Ecuador.