Las economistas e investigadoras de la universidad de Chile, Andrea Repetto y Alejandra Mizala, han vuelto a poner en el tapete un tema que para Chle, durante casi 35 años ha sido un fuerte Tabu. La integración social como forma de igualar oportunidades.
Un estudio elaborado en base a la comparación de puntajes Simce en niños de escasos recursos pero de colegios municipales y particulares subvencionados, ha dado como resultado que aquellos que se desenvuelven en un medio con mayor diversidad, en donde tienen acceso a interactuar con hijos de padres con mayor escolaridad y con mayores recursos económicos y socioculturales, presentan un significativo aumento de los puntajes en todas las pruebas.
Machuca ha vuelto a renacer y no importa de la mano de quién.
Si esto lo planteara, como sucedió, un gobierno popular o el parido comunista sería un atentado a las libertades de unos pocos. Hoy lo plantean académicos absolutamente insertos en el sistema, preocupados de develar el por qué, luego d 25 años del exisoso modelo educacional chileno, la brecha entre hijos de ricos e hijos de pobres continúa ampliándose y la educación, hoy mayoritariamente privada, no mejora.
Ellas afirman que los mayores recursos con que contarían los colegios particulares subvencionados y la diferencia en las características de la interacción social que en ellos se da, podrían explicar esta mejora en el rendimiento escolar de los que menos tienen. De esta manera no es el régimen de propiedad de los colegios el que define si la educación es buena o mala sino la inversión y el compromiso que en educación se hace, sumada a la voluntad política de construir igualdad de oportunidades en base a entendernos como iguales y no a tratar de paliar la segregación que a algunos tanto les guata mantener.
Hoy se vuelve a comprender que la creciente segregación espacial y urbana, sumada a la exclusión social que genera un modelo que aspira a concentrar la riqueza en, cada vez, menos manos, constituye una de las causas posibles de la perdida de capacidades humanas que nuestra sociedad sufre al condenar para siempre a la pobreza, desde la educación primaria, a quienes nacen en ella.
Lamentablemente en nuestro país aún la academia está completamente divorciada de la política y la respuesta de los defensores del sistema cuando se les hacen ver estos estudios no pasan de reconocer que aunque ciertas, algunas propuestas no son viables ni posibles pues se topan con los prejuicios de aquellos que se sienten parte de una sociedad de primera categoría y que jamás estarían dispuestos a permitir que sus hijos se mezclaran con niños de otras realidades sociales y culturales.
Un estudio elaborado en base a la comparación de puntajes Simce en niños de escasos recursos pero de colegios municipales y particulares subvencionados, ha dado como resultado que aquellos que se desenvuelven en un medio con mayor diversidad, en donde tienen acceso a interactuar con hijos de padres con mayor escolaridad y con mayores recursos económicos y socioculturales, presentan un significativo aumento de los puntajes en todas las pruebas.
Machuca ha vuelto a renacer y no importa de la mano de quién.
Si esto lo planteara, como sucedió, un gobierno popular o el parido comunista sería un atentado a las libertades de unos pocos. Hoy lo plantean académicos absolutamente insertos en el sistema, preocupados de develar el por qué, luego d 25 años del exisoso modelo educacional chileno, la brecha entre hijos de ricos e hijos de pobres continúa ampliándose y la educación, hoy mayoritariamente privada, no mejora.
Ellas afirman que los mayores recursos con que contarían los colegios particulares subvencionados y la diferencia en las características de la interacción social que en ellos se da, podrían explicar esta mejora en el rendimiento escolar de los que menos tienen. De esta manera no es el régimen de propiedad de los colegios el que define si la educación es buena o mala sino la inversión y el compromiso que en educación se hace, sumada a la voluntad política de construir igualdad de oportunidades en base a entendernos como iguales y no a tratar de paliar la segregación que a algunos tanto les guata mantener.
Hoy se vuelve a comprender que la creciente segregación espacial y urbana, sumada a la exclusión social que genera un modelo que aspira a concentrar la riqueza en, cada vez, menos manos, constituye una de las causas posibles de la perdida de capacidades humanas que nuestra sociedad sufre al condenar para siempre a la pobreza, desde la educación primaria, a quienes nacen en ella.
Lamentablemente en nuestro país aún la academia está completamente divorciada de la política y la respuesta de los defensores del sistema cuando se les hacen ver estos estudios no pasan de reconocer que aunque ciertas, algunas propuestas no son viables ni posibles pues se topan con los prejuicios de aquellos que se sienten parte de una sociedad de primera categoría y que jamás estarían dispuestos a permitir que sus hijos se mezclaran con niños de otras realidades sociales y culturales.