12.19.2007

CRECIMIENTO, PRODUCTIVIDAD Y CLIMA LABORAL.

En el último tiempo tanto los espacios académicos como los medios de comunicación de masas ligados a la derecha tradicional de nuestro país han llamado la atención acerca del estancamiento del ritmo de crecimiento de la economía chilena.

En su análisis suelen presentar la acumulación de trabajo, la acumulación de capital y la productividad como los factores determinantes del crecimiento económico y fieles a su discurso neoliberal sobreideologizado, han pretendido demostrar que a pesar de haberse mantenido la inversión de capital o incluso, en algunas áreas de la economía, de haberse incrementado, el crecimiento económico sigue estancado, lo que, según ellos, se explicaría por el estancamiento del factor conocido como productividad.


A su vez, y profundizando aún más el discurso neoliberal pretenden instalar, y para ellos se coordinan y actúan con una unidad y conciencia de clase verdaderamente digna de imitar, pretenden explicar el estancamiento de la productividad con las mismas variables que vienen repitiendo hace ya varias décadas sin obtener los resultados esperados.

Para ellos, y de esto da cuenta por ejemplo, la editorial del mercurio del día martes 18 de Diciembre del presente año en su artículo denominado “Relación entre inversión y crecimiento”, que la desaceleración de la productividad está ligada a factores tales como reformas económicas, flexibilidad en los mercados, eficiencia del sector público, calidad de la educación y funcionamiento de las instituciones. Aprovechan mediante esta definición, de endosar la responsabilidad de la productividad, de manera casi exclusiva en el mundo de los trabajadores y en el del gobierno, omitiendo ex profeso, aquellas variables en donde los responsables son exclusivamente los dueños de las empresas y la alta dirección de las mismas.

Por lo mismo, no debe llamarnos la atención el hecho de que estos académicos y comunicadores sociales dejen fuera de sus discursos explicativos estos factores que sin duda tienen en nuestro país, una mucha mayor incidencia en el estancamiento de la productividad que aquellos que guardan relación con los trabajadores y el estado y que guardan relación con lo que se conoce, en las academias de buen nivel y los países desarrollados, como clima laboral.

El clima laboral se entiende como el ambiente o la atmósfera en el que se desarrolla el trabajo dentro de la empresa y surge, principalmente, de las percepciones de los trabajadores respecto de las estructuras y procesos que ocurren en la empresa.

Dentro de estos procesos se destacan las condiciones de trabajo, la satisfacción en el mismo, los estilos de liderazgo, las relaciones interpersonales que en el trabajo se dan, el nivel de identificación de los trabajadores y trabajadoras con las empresas en que se desempeñan y principalmente la percepción acerca de la adecuación de la recompensa percibida por el trabajo realizado y su nivel participación en la repartición de los beneficios generados.

Lamentablemente, en nuestro país, tanto la derecha económica y académica como los lideres de los grandes empresarios han preferido omitir estos temas porque están tan mal calificados para dirigir los procesos económicos del país y adolecen de convicciones democráticas que en otros países ya nadie discute, que aun no caen en la cuenta que no hay mejor forma de aumentar la productividad de una nación que teniendo trabajadores satisfechos y contentos, orgullosos de ser parte de las empresas en donde se desarrollan, capaces de dar a sus familias, mediante su trabajo, la calidad de vida con la que sueñan para sus seres queridos e integrados plenamente a una sociedad que cuando esta en problemas les pide sacrificios pero que cuando le va bien es capaz de hacer participar a todos de los beneficios propios de los tiempos de bonanza.

De más está decir que en nuestro país lo que caracteriza el clima laboral es precisamente lo contrario: estilos de liderazgo autoritarios, exclusión social y política, ambientes competitivos y completamente atomizados, malas o insuficientes condiciones de trabajo, largas jornadas de trabajo y miles de familias viviendo en situaciones dramáticas debido a la incapacidad de proveerse de la calidad de vida con que sueñan para ellos y sus hijos, todo ello coronado con sueldos y salarios que solo sirven para reproducir y aumentar la desigualdad.

Esto contrasta fuertemente con países desarrollados en donde se trabaja mucho menos, se gana mucho más y, por lo mismo, se produce casi tres o cuatro veces lo que se produce en nuestro país y mientras las discusiones y la toma de decisiones se sigan dando con el sesgo que el sistema electoral le impone a la sociedad chilena, dejando excluidos de participar en las discusiones y en la toma de decisiones legislativas a vastos e importantes sectores, mucho más identificados con el destino de los trabajadores que aquellos que se reparten cómodamente el poder, se ve difícil que la situación vaya a cambiar tan radicalmente como nuestro país lo requiere.

12.10.2007

TRANSANTIAGO EN RECOLETA.SIN CAMBIOS NI MEJORAS A POCOS DÍAS DEL PLAZO FATAL.

Menos de un mes queda para que se cumplan los plazos dados a los habitantes de la Región Metropolitana, por parte del ministro de transportes, René Cortazar, para la normalización del servicio de transporte colectivo de la capital y antes del cumplimiento de este plazo fatal se ha informado de supuestos “profundos cambios” en materia de nuevos servicios y modificación de 25 recorridos que tienen por objeto disminuir el número de transbordos y los tiempos de espera en los paraderos para los pasajeros del transantiago.


Ha dicho el ministro además, que “estos cambios responden a las necesidades concretas de la comunidad expresadas a través de sus organizaciones sociales a los municipios” y a continuación ha explicado que estos cambios se efectuarán en las comunas de Las Condes, Santiago, Maipú, Quilicura, Renca, Pudahuel y Puente Alto.



Llama la atención que nuestra comuna, Recoleta, no figure en los cambios anunciados toda vez que la comunidad recoletana ha expresado en reiteradas oportunidades, a través de organizaciones sociales y coordinadoras sectoriales, la necesidad de efectuar modificaciones a los recorridos existentes en la comuna para sacar del aislamiento en que quedaron a grandes zonas de la comuna como Valdivieso, El Salto y gran parte de la zona norte.

Claro está que lo que ha fallado aquí no es la administración del transantiago sino la falta de liderazgo de las autoridades locales que a diferencia de lo ocurrido en otras partes, no han logrado ver, en las organizaciones sociales de la comuna y en sus dirigentes, a sus socios estratégicos y han preferido enfrentarlos como si fueran enemigos políticos más que representantes de la comunidad y, por lo tanto, aliados incondicionales a la hora de buscar un mejoramiento en la calidad de vida de los habitantes.

Esto se ha visto agravado con algunas iniciativas que apuntan hacia una disminución de los costos de operación de algunos servicios básicos de fundamental importancia para la comunidad como son los intentos de cierre de colegios y consultorios, que al desaparecer significarían un evidente ahorro en los costos de operación tanto del gobierno local como de los niveles subnacionales del gobierno central y, al mismo tiempo, un incremento de la necesidad de los vecinos de estos barrios de desplazarse a lugares distantes en búsqueda de satisfacer esas mismas necesidades, lo que, a todas luces significaría un encarecimiento del costo de la vida para los sectores populares que viven en estos barrios y que se verán enfrentados a mayores gastos de tiempo y dinero para satisfacer sus necesidades básicas.

Ante este escenario se hace imprescindible que las autoridades locales, los dirigentes sociales y principalmente el alcalde de Recoleta, Sr. Gonzalo Cornejo, adopten un nuevo enfoque en la forma de relacionarse que mantienen, dejando de lado las diferencias político partidistas y desarrollando una alianza estratégica capaz de ponerse por encima de las legítimas diferencias existentes entre los actores comunales para poner sobre cualquier otra consideración, los objetivos de mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos. Sabemos y somos partes de exitosas experiencias que avalan esta posición y creemos que se pueden replicar en otras áreas en donde resulta imprescindible la cooperación entre actores de distinto signo político y la voluntad de poner al centro las ganas de trabajar unidos por el bien de la comunidad.

Solo así podremos aunar esfuerzos y aprovechar las sinergias existentes en torno a los distintos roles sociales y políticos que los actores relevantes de la comunidad estamos llamados a jugar. Por lo demás, ninguno de los cambios anunciados van en la dirección correcta para lograra mejorar la relación de los habitantes de la Región metropolitana y debemos hacer un esfuerzo mancomunado para desarrollar una participación ciudadana protagónica capaz de definir acciones para intervenir el territorio de manera de desincentivar los viajes, y tratando de dotar a los distintos barrios de la mayor oferta posible de productos y servicios básicos de consumo cotidiano.

De lo contrario, seguiremos financiando de nuestros bolsillos, con nuestros impuestos, las utilidades de quienes se han evidenciado como incapaces de proveer de servicios de transporte colectivo eficientes y eficaces para la región metropolitana.