5.07.2006

BACHELET Y LAS EXPECTATIVAS DE UNA PARTE DE LA IZQUIERDA

Para quienes, desde la izquierda, desarrollaron sendas expectativas acerca de un posible giro del gobierno de Bachelet y estuvieron por acusar de traición o miopía política a quienes no estaban dispuestos a votar por ella en la segunda vuelta, les habrán bastado menos de 60 días para comprender que mucho más importante que dicha coyuntura política, que puso en tela de juicio nuestro proyecto y la necesidad histórica de reconstruir la unidad de la izquierda, de la mano de un proyecto alternativo de sociedad, era la mantención y desarrollo de los avances logrados en este sentido.

Solo en 60 días la presidenta dio muestras más que elocuentes acerca del apego irrestricto que mantendrá al modelo impuesto por la dictadura y desarrollado por los tres gobiernos de la concertación precedentes al de ella. Lo confirmó primero al momento de nombrar a su gabinete, cuando dejó en claro el peso que en él tendría el grupo Expansiva, que aseguraba la continuidad de las políticas económicas de Lagos y brindaba al gran empresariado la tranquilidad de que nada, ni nadie tendría la osadía de poner en tela de juicio el modelo económico, lo que se aseguraba entregando la conducción económica a Velasco.

Luego vino la paupérrima propuesta de incremento de las pensiones asistenciales y mínimas, que además de ser significativamente menor a lo esperado por el mundo social y sobretodo por nuestros adultos mayores, esta íntegramente financiada con la mantención del IVA en 19 % lo que implica que nuestros viejos se sacarán plata de un bolsillo para metérsela en el otro, mientras las grandes empresas y las transnacionales mineras, forestales y pesqueras seguirán gozando de una de las tasas impositivas más bajas del mundo y continuarán apropiándose de la renta nacional derivada de la extracción de recursos naturales no renovables y de la nula compensación, que en cualquier país del mundo desarrollado, debieran entregar al estado por la destrucción de importantes sistemas naturales y de sus servicios ambientales asociados.

Como si esto fuera poco, la patria inclusiva de la que tanto se habló durante la campaña no resistió ni siquiera la primera convocatoria a una de las prometidas comisiones que definirían las soluciones a los temas relevantes para nuestro país. El ejemplo más claro fue la comisión para tratar un tema tan relevante como el sistema de pensiones y las AFP. En ella están representados los propietarios de las empresas y los defensores del modelo, sin que los protagonistas más importantes, los que ponen el dinero para que dichas empresas funcionen y les entreguen suculentas utilidades anuales, a cambio de miserables pensiones y solo para una parte de los que cotizan, fueran considerados. Ellos, los trabajadores, no fueron invitados a participar y se quedarán solo en el grupo de los que serán escuchados para tomar en cuenta su posición a la hora de la discusión.

Tampoco la situación de nuestros pueblos originarios, que siguen siendo tratados como extranjeros en su propia tierra y sometidos a las leyes de quienes vinieron a invadir los territorios que habitaban están incorporados en la patria inclusiva. De hecho, varios de sus miembros llevan más de 2 meses en huelga de hambre como forma de protestar por la discriminación de que son objeto en la justicia de esta patria inclusiva y ni siquiera han sido cubiertos satisfactoriamente por los medios de comunicación que actuan como cancerberos del sistema.

No menos bochornoso resultó la comisión para la reforma electoral que además de ser excluyente en su conformación ya que no incluye a la izquierda, ni siquiera tiene un mandato claro, como lo expresara el mismo Boëninger a pocos días de haber sumido la tarea.

Luego vendrá el proyecto de subcontratación y con él volverán a surgir lo que algunos han llamado las dos almas de la concertación, y como siempre, el alma neoliberal se impondrá con sus socios de la derecha a quienes se mantienen en el gobierno solo por tener acceso a esa pequeña cuota de poder. Difícil será que pase el nuevo concepto de empresa que busca terminar con las figuras de papel que solo sirven para incumplir los derechos de los trabajadores y evadir o eludir impuestos. Difícil será también que se acepte la definición de subcontrato y más difícil aún que la responsabilidad subsidiaria del mandante pase a ser solidaria.

Y como si esto fuera poco, se mantiene la tendencia de criminalizar la protesta social mediante la represión brutal de las movilizaciones que buscan recuperar derechos que la dictadura arrebató a nuestra sociedad y que luego de 16 años de Concertación aun esta sigue esperando. Ejemplos de esto encontramos por montones en la forma en cómo han sido tratados los profesores, los universitarios, los deudores habitacionales, los secundarios y los mapuches, solo por nombrar algunos.

A esta altura, el gobierno de Bachelet comienza a desdibujarse, ensombrecido además por el traspié que han tenido los proyectos emblemáticos que se arrastran de la anterior administración, como el Transantiago, la Jornada Escolar Completa y la Ley de Responsabilidad Penal Juvenil, para los que aun no existe, ni existirá en el breve plazo, la infraestructura necesaria para materializarlos, dejando en claro que solo fueron promesas electorales para conseguir un cuarto mandato de la concertación.

Ojala en la izquierda no necesitemos más demostraciones ni tiempo para entender que la solución a los problemas de Chile pasan fundamentalmente por consolidar, fortalecer y desarrollar nuestra alternativa, construyendo desde las bases una izquierda que sea fiel reflejo del país que queremos construir. Una izquierda democrática, participativa, tolerante y respetuosa de aquellos a quienes dice representar. Solo así nos ganaremos el derecho a guiar nuevamente a nuestra sociedad que pide a gritos un cambio de verdad.

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