7.24.2006

BOLIVIA, CHILE Y EL MAR.

En estos días hemos visto a la mayoría de los políticos partidarios del sistema, expresar su compromiso cínico con la soberanía nacional, negándose tajantemente a ceder territorio con soberanía para una salida al mar a nuestros hermanos bolivianos, luego de que el gobierno incorporara el tema marítimo en la agenda sin exclusiones acordada con el gobierno de cicho país.

Me parece necesario, por lo mismo, desenmascarar la hipocresía y el doble estándar de quienes abogan por defender o respetar la soberanía como excusa para no abrirse a negociar una solución mutuamente satisfactoria con los bolivianos mientras en nada les molesta que las empresas transnacionales saqueen nuestro territorio apropiándose de nuestros recursos naturales y destruyendo nuestro medio ambiente con toda la pérdida de capital natural que eso conlleva. Sobretodo me molesta que traten de explotar un sentimiento nacionalista acusando de antipatriotas a quienes estamos dispuestos a entregar mar a Bolivia olvidando que cuando los patriotas en Chile luchábamos por el retorno de la democracia y la libertad para nuestro país, ellos estaban poniéndole ruedas para venderlo al capital extranjero y repartiéndose lo que quedaba para asegurar el control económico de Chile hacia el futuro.

De la misma manera, resulta contradictorio, al menos, escuchar a algunos que se dicen partidarios de la integración de las economías y de la desaparición de las fronteras para el capital, negándose a tomar decisiones que favorezcan la integración de los pueblos como una forma de impedir que los mismos avancen hacia una relación más estrecha, no solo de integración económica sino también social y política marcada por la cooperación y respeto a los sueños compartidos.

Las excusas para negarse a hablar con Bolivia van desde lo más autoritario, como en el caso de la UDI que haciendo gala de la dictadura cultural que aun promueven algunos sectores en nuestro país, afirman que hay cosas en la vida sobre las cuales no se discute, hasta el respeto irrestricto a los tratados firmados, por parte de quienes con una posición menos dogmática insisten en negarse a la única solución que puede permitir aprovechar todas las sinergias y oportunidades que la integración regional puede significar para nuestro país.

De hecho parece necesario recordar que los Tratados entre países representan los sentimientos de los pueblos y de sus gobiernos en un determinado momento histórico, por lo que nadie puede pretender que un tratado que fue firmado a raíz de una guerra entre pueblos hermanos cuando el estado nacional en América Latina venía recién consolidándose y buscando fortalecerse, pueda representar los intereses y los sueños de los mismos pueblos, cuando la realidad actual habla de un mundo en constante cambio, mucho más competitivo y que demanda la conformación de bloques regionales cada vez más integrados para poder subsistir en un mundo global.

Por lo anterior es que me parece imprescindible hacer un llamado a todos mis compatriotas a entender que podemos satisfacer las legítimas aspiraciones bolivianas en una negociación mutuamente beneficiosa que incluya, por ejemplo, canje de territorios soberanos equivalentes más adquisición a precios preferenciales de gas y recursos energéticos, más libre uso de las aguas bolivianas para nuestro norte que tanta necesidad tiene de agua y cada día se seca más a raíz de la explotación de los recursos hídricos por parte de las mineras nacionales y extranjeras.

Por último deseo terminar saludando la actitud del gobierno de Chile al haber incluido la discusión sobre las aspiraciones bolivianas en esta nueva agenda sin exclusiones y al mismo tiempo, haciendo un llamado a perder el miedo e impedir que el temor se siga consolidando como el poder detrás del poder porque en chile también habemos quienes soñamos con una salida al mar para Bolivia y somos tan chilenos y tan patriotas como cualquiera y soñamos con avanzar hacia la integración latinoamericana como única vía para consolidar un camino independiente y soberano hacia el desarrollo de nuestra región, que ponga los sueños, las expectativas y las necesidades de los pueblos de latinoamerica por sobre la inmovilidad que esconde la estabilidad que solo es útil a la confianza y las utilidades del capital transnacional en nuestros países y que tanto costo ha tenido en 30 años de neoliberalismo para nuestros pueblos.

7.20.2006

VIVIENDA SOCIAL EN CHILE:ENTRE LA REALIDAD Y EL MITO.

Hace años que las políticas de vivienda social de nuestro país son presentadas como modelo en todo el mundo por el éxito que han obtenido en la disminución del déficit habitacional. Esta visión exitista ha sido propagada desde esferas de gobierno que con la vista puesta en las campañas electorales han conceptualizando las viviendas sociales como objetos casa, es decir, como una cantidad mínima de metros cuadrados orientados a satisfacer, fundamentalmente, el sueño cultural de la casa propia, sin lograr comprender el impacto que este espacio vital posee para la vida de las personas.

Por otro lado, ostentamos también el record de las viviendas sociales más baratas del mundo, lo que se ha logrado anulando la responsabilidad del estado en este tema y traspasando a los privados la ejecución y la responsabilidad de su ubicación en la trama urbana, con una baja significativa en la calidad de las mismas y ubicándolas en zonas periféricas, cuyo valor es solo compatible con los intereses de las constructoras que han hecho enormes utilidades a costa del ahorro, de los sueños y las expectativas de los más pobres de nuestra sociedad.

Una muestra dramática de aquello es el caso de las casas inconclusas entregadas en la ciudad de Calama, sin agua ni luz eléctrica, o las viviendas construidas en las cercanías de la planta de tratamiento de aguas servidas en la misma ciudad, o las casetas sanitarias entregadas en el sur, o aquellas que han debido ser demolidas en otras partes del país porque no resistieron siquiera, la primera lluvia luego de su entrega.

Esta cruda realidad, asistida por las fuerzas de la naturaleza, nos recuerda el verdadero lugar que ocupan las políticas de vivienda en nuestro país, desde la dictadura militar hasta nuestros días y nos llaman de manera urgente a no seguir por el mismo camino. Casas de nylon, casas chubi, casas enanas y otros apelativos peores muestran los verdaderos resultados de estas políticas que si bien han logrado disminuir el déficit, no han logrado atender las reales necesidades del habitar y han generado problemas sociales mucho más complejos y difíciles de resolver.

La vivienda debe ser entendida como un espacio, que incluye el entorno físico, social y ambiental; en el cual se desarrolla lo esencial de la vida, incluidas las relaciones sociales y la autorrealización de las personas. En síntesis, la vivienda debe ser asumida como el lugar privilegiado que condensa como en el mejor de los resúmenes lo esencial de la vida.

Pocos comprenden, por ejemplo, que la conformación de extensos y lejanos barrios construidos a partir de programas de vivienda social, homogéneos en sus características socioeconómicas y culturales, ha generado una especie de islas de pobreza en donde los problemas urbanos y sociales se agudizan generando una percepción desesperanzadora acerca del futuro, lo que se ha convertido en tierra fértil para el surgimiento de comportamientos fuera de norma y delincuencia, generando la creciente sensación de inseguridad ciudadana, tan de moda en nuestros días.

Problemas como el desempleo, la drogadicción, el alcoholismo, la deserción escolar, el embarazo adolescente y la desvinculación del resto de la sociedad, junto a la falta de equipamiento básico como salud y educación, el hacinamiento y la falta de privacidad al interior de la vivienda más la carencia casi absoluta de servicios ambientales capaces de mitigar los efectos de la contaminación y de la sobreexplotación de los territorios que acogen a nuestras ciudades, han contribuido a generar una nueva forma de exclusión social que agudiza la situación de desamparo y dificulta las posibilidades de abandonar el círculo de la pobreza.

Todo esto ha convertido las viviendas sociales en productos desechables que desde el minuto de su entrega pasan a engrosar el parque de viviendas deficitarias, generando un desarrollo urbano y habitacional a todas luces no sustentable, puesto que invierte una cantidad tremenda de recursos en acciones que no solo no logran solucionar los problemas para los cuales fueron diseñadas sino que además generan otros, mucho más difíciles de resolver.

De ahí que sea imprescindible ligar las políticas de vivienda a políticas de inclusión social que incorporen el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, al esparcimiento y a la cultura, al deporte, a las áreas verdes y a los servicios ambientales necesarios para un buen vivir.

Se hace necesario por último, incluir en las políticas habitacionales criterios de selección de sitios y de diseños urbano que permitan incorporar temas como el cuidado y la protección del medio ambiente y el manejo de los territorios, para evitar que se repitan los tristes episodios de los últimos años, caracterizados por la ubicación de proyectos de viviendas en sectores inhábiles o de riesgo, absolutamente inapropiados para la vida humana, lo que ha devenido en pérdidas millonarias de recursos del estado desperdiciados en reparaciones de calles, viviendas e infraestructura básica, cuando no en la demolición de las mismas.

Por lo mismo es que aparece como urgente que el estado reasuma su responsabilidad en la producción de viviendas sociales sustentables porque claramente estas no pueden seguir siendo solo un buen negocio.


EL NUEVO PLAN DE DESCONTAMIANCION DE LA INTENDENCIA.

La intendencia de la región metropolitana acaba de presentar un decálogo de conductas ciudadanas para descontaminar santiago con el objeto de lograr el compromiso de la ciudadanía con le objetivo del plan de descontaminación.

Ahora bien, llama a atención que la intendencia no tenga un decálogo para sus propias actuaciones y que ante la evidencia de la necesidad imperiosa de un cambio de modelo de crecimiento urbano prefieran traspasar la responsabilidad a la ciudadanía ue claramente no es responsable de la política de suelo ni de las políticas habitacionales que tienen un impacto significativo en los problemas ambientales de nuestra capital.

Se pide a la gente que se abstenga de fumar pero nada se dice de intervenir el territorio para disminuir los viajes que los habitantes de la metrópoli están obligados a realizar para ir en búsqueda de trabajo, educación y servicios básicos, que es la mayor fuente de contaminación por polvo en suspensión.

Se recomienda humedecer el suelo antes de barrer pero nada se dice de la necesidad de detener el crecimiento en extensión de la ciudad que arrasa suelos necesarios para la infiltración de las aguas lluvias y los reemplaza por cemento aumentando las escorrentías superficiales y con ello las inundaciones los anegamientos de calles.

Se llama aplantar un árbol mientras se aprueban planes reguladores cuyo único objetivo es generar buenos negocios para las inmobiliarias que están arrasando con los árboles de las casas antiguas de todas las ciudades destruyendo un patrimonio ambiental irrecuperable y sin ninguna política de generación de nuevas áreas verdes que reemplacen a las que desaparecen.

Se llama a cuidar las áreas verdes mientras se arrasan con los suelos agrícolas para instalar viviendas sociales en la periferia urbana dejando sin ejecutar las áreas verdes que la ley exige a quienes ejecutan los conjuntos y que terminan siendo áreas cafés porque las municipalidades tampoco tienen recursos para hacerse cargo de las externalidades negativas de los lucrativos negocios de los privados.

La verdad, esta iniciativa de la intendencia recuerda ese chiste en donde un negro conversaba con un blanco y le decía:

Ustedes si que son especiales: cuando les da frío se ponen morados; cuando les da calor, se ponen colorados; si se queman al sol se ponen rojos primero y después café, y si se enferman se ponen amarillos y más encima nos dicen a nosotros: hombres de color.

Esta claro que mientras sigamos con medidas parches y sin hacernos cargo de los problemas de fondo que definen la contaminación seguiremos cada años con más emergencias y preemergencias ambientales con más niños y ancianos enfermos y gastando una enormidad de dinero de todos los chilenos en tratar de solucionar problemas que la falta de políticas serias causan por la ineptitud de nuestros gobernantes.