2.06.2007

¿MÁS ESTADO O MÁS FAMILIA?

¿Más Estado o más Familia? se pregunta el director ejecutivo del instituto Libertad y Desarrollo (LyD), ligado como se sabe, a la UDI, Cristian Larroulet, en su columna de opinión del domingo recién pasado en el diario la tercera.

En dicho artículo el autor realiza un análisis, bastante sobreideologizado por lo demás, acerca de algunas de las últimas medidas que ha tomado el gobierno y que según él, forman parte de una estrategia que busca desplazar a la familia de funciones que ésta, tradicionalmente cumplía, hasta hace algunos años.

Ahora bien, como en toda mala teoría, el autor busca ejemplos que supuestamente vendrían a demostrar su tesis, sin ningún desarrollo conceptual que permita sostener sus apreciaciones y mucho menos entender las verdaderas causas de este fenómeno, con el solo objetivo de manipular una opinión pública que, aunque ha ido cambiando de manera significativa en los últimos años, se mantiene tremendamente conservadora en algunos temas que la oposición de derecha pretende seguir explotando en su beneficio por los siglos de los siglos.

De hecho, de manera intencionada plantea el autor que esto se vendría dando, a instancias del estado, sin reconocer que el estado es hoy incapaz de definir políticas que alteren en lo más mínimo el modelo económico que impuso la derecha cuando gobernó con Pinochet y mucho menos es capaz de marcar tendencias, contentándose solamente con responder de la mejor manera posible en la actual institucionalidad, a las tendencias que el Neoliberalismo le ha impuesto a nuestra sociedad y que se ven protegidas por leyes de amarre como el sistema binominal y la imposibilidad de plebiscitar aquellos temas en donde el legislativo deformado por el sistema electoral bloquee sistemáticamente las políticas de mayoría.

Sin embargo, parece útil recordarle al autor de dicho texto que no ha sido el Estado el que ha impulsado a ambos padres a buscar trabajos de jornada completa, debilitando a la familia, para tratar de ganar un sueldo familiar que les permita sustentar una vida digna, impidiéndoles al mismo tiempo, hacerse cargo de la transmisión valórica al interior de la familia.

Tampoco ha sido el Estado el que ha alargado desmesuradamente las jornadas laborales hasta hacer que los padres trabajen cerca de 12 hrs. diarias para lograr parar la olla en beneficio de la productividad y la competitividad tan importante para el sector que el Sr. Larroulet representa.

Tampoco ha sido el Estado el que insiste cada cierto tiempo en mantener los sueldos bajos, eliminar el sueldo mínimo y flexibilizar aún más el mercado del trabajo para seguir permitiendo a la banca y a las grandes empresas y multinacionales tener utilidades récord todos los años a costa de familias cada vez más desprotegidas y desarticuladas y con menos capacidad para satisfacer las necesidades de sus miembros y reproducir su existencia.

Tampoco ha sido el estado el que ha empujado a miles de nuestros niños al trabajo infantil hasta el punto de tener que protestar por su “derecho a trabajar” porque en sus familias la plata no alcanza para mantener la casa y muchos de ellos llevan años viendo a sus padres cesantes en esta sociedad en que la iniciativa privada es el motor de la economía.

Tampoco es el estado el que privilegia y promueve el consumo y el sobreendeudamiento a través de los medios de comunicación masivos que son controlados por los grupos económicos cercanos al autor, para que luego los mismos trabajadores se vean obligados a aceptar trabajos miserables o sub empleos para poder cumplir y no caer en DICOM y pasar a ser un paria en esta sociedad.

La lista de causas que pueden explicar la pérdida sistemática de espacio, sentido y función de la familia podría ser interminable. La verdad es que el viejo Marx terminó teniendo más razón que lo que muchos, que hace tiempo creyeron muertas sus ideas, imaginaban pues a estas alturas nadie niega que ha sido el capitalismo, su modelo de desarrollo y la sociedad que ha creado a su imagen y semejanza y no el Estado, el que ha terminado destruyendo todos los lazos familiares y los ha ido reemplazando por lazos estrictamente económicos.

Ante esa realidad no queda más que construir un estado que intente llenar los vacíos que hoy no pueden llenar las familias que se desviven por tratar de sobrevivir sin siquiera tener la oportunidad, la mayoría de ellas, de hacerse cargo como quisieran de la educación informal de sus hijos porque el trabajo, las deudas y los problemas cotidianos no les deja tiempo para ello.

Es de esperar que sea mucho más lo que el Estado avance en esa misma línea mientras no seamos capaces de construir una sociedad que cuide a la familia y la proteja como si de verdad creyera que es la unidad básica de la sociedad y ese no fuera un discurso vacío de quienes dicen querer que todo cambie para que todo siga igual.

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