12.19.2007

CRECIMIENTO, PRODUCTIVIDAD Y CLIMA LABORAL.

En el último tiempo tanto los espacios académicos como los medios de comunicación de masas ligados a la derecha tradicional de nuestro país han llamado la atención acerca del estancamiento del ritmo de crecimiento de la economía chilena.

En su análisis suelen presentar la acumulación de trabajo, la acumulación de capital y la productividad como los factores determinantes del crecimiento económico y fieles a su discurso neoliberal sobreideologizado, han pretendido demostrar que a pesar de haberse mantenido la inversión de capital o incluso, en algunas áreas de la economía, de haberse incrementado, el crecimiento económico sigue estancado, lo que, según ellos, se explicaría por el estancamiento del factor conocido como productividad.


A su vez, y profundizando aún más el discurso neoliberal pretenden instalar, y para ellos se coordinan y actúan con una unidad y conciencia de clase verdaderamente digna de imitar, pretenden explicar el estancamiento de la productividad con las mismas variables que vienen repitiendo hace ya varias décadas sin obtener los resultados esperados.

Para ellos, y de esto da cuenta por ejemplo, la editorial del mercurio del día martes 18 de Diciembre del presente año en su artículo denominado “Relación entre inversión y crecimiento”, que la desaceleración de la productividad está ligada a factores tales como reformas económicas, flexibilidad en los mercados, eficiencia del sector público, calidad de la educación y funcionamiento de las instituciones. Aprovechan mediante esta definición, de endosar la responsabilidad de la productividad, de manera casi exclusiva en el mundo de los trabajadores y en el del gobierno, omitiendo ex profeso, aquellas variables en donde los responsables son exclusivamente los dueños de las empresas y la alta dirección de las mismas.

Por lo mismo, no debe llamarnos la atención el hecho de que estos académicos y comunicadores sociales dejen fuera de sus discursos explicativos estos factores que sin duda tienen en nuestro país, una mucha mayor incidencia en el estancamiento de la productividad que aquellos que guardan relación con los trabajadores y el estado y que guardan relación con lo que se conoce, en las academias de buen nivel y los países desarrollados, como clima laboral.

El clima laboral se entiende como el ambiente o la atmósfera en el que se desarrolla el trabajo dentro de la empresa y surge, principalmente, de las percepciones de los trabajadores respecto de las estructuras y procesos que ocurren en la empresa.

Dentro de estos procesos se destacan las condiciones de trabajo, la satisfacción en el mismo, los estilos de liderazgo, las relaciones interpersonales que en el trabajo se dan, el nivel de identificación de los trabajadores y trabajadoras con las empresas en que se desempeñan y principalmente la percepción acerca de la adecuación de la recompensa percibida por el trabajo realizado y su nivel participación en la repartición de los beneficios generados.

Lamentablemente, en nuestro país, tanto la derecha económica y académica como los lideres de los grandes empresarios han preferido omitir estos temas porque están tan mal calificados para dirigir los procesos económicos del país y adolecen de convicciones democráticas que en otros países ya nadie discute, que aun no caen en la cuenta que no hay mejor forma de aumentar la productividad de una nación que teniendo trabajadores satisfechos y contentos, orgullosos de ser parte de las empresas en donde se desarrollan, capaces de dar a sus familias, mediante su trabajo, la calidad de vida con la que sueñan para sus seres queridos e integrados plenamente a una sociedad que cuando esta en problemas les pide sacrificios pero que cuando le va bien es capaz de hacer participar a todos de los beneficios propios de los tiempos de bonanza.

De más está decir que en nuestro país lo que caracteriza el clima laboral es precisamente lo contrario: estilos de liderazgo autoritarios, exclusión social y política, ambientes competitivos y completamente atomizados, malas o insuficientes condiciones de trabajo, largas jornadas de trabajo y miles de familias viviendo en situaciones dramáticas debido a la incapacidad de proveerse de la calidad de vida con que sueñan para ellos y sus hijos, todo ello coronado con sueldos y salarios que solo sirven para reproducir y aumentar la desigualdad.

Esto contrasta fuertemente con países desarrollados en donde se trabaja mucho menos, se gana mucho más y, por lo mismo, se produce casi tres o cuatro veces lo que se produce en nuestro país y mientras las discusiones y la toma de decisiones se sigan dando con el sesgo que el sistema electoral le impone a la sociedad chilena, dejando excluidos de participar en las discusiones y en la toma de decisiones legislativas a vastos e importantes sectores, mucho más identificados con el destino de los trabajadores que aquellos que se reparten cómodamente el poder, se ve difícil que la situación vaya a cambiar tan radicalmente como nuestro país lo requiere.

12.10.2007

TRANSANTIAGO EN RECOLETA.SIN CAMBIOS NI MEJORAS A POCOS DÍAS DEL PLAZO FATAL.

Menos de un mes queda para que se cumplan los plazos dados a los habitantes de la Región Metropolitana, por parte del ministro de transportes, René Cortazar, para la normalización del servicio de transporte colectivo de la capital y antes del cumplimiento de este plazo fatal se ha informado de supuestos “profundos cambios” en materia de nuevos servicios y modificación de 25 recorridos que tienen por objeto disminuir el número de transbordos y los tiempos de espera en los paraderos para los pasajeros del transantiago.


Ha dicho el ministro además, que “estos cambios responden a las necesidades concretas de la comunidad expresadas a través de sus organizaciones sociales a los municipios” y a continuación ha explicado que estos cambios se efectuarán en las comunas de Las Condes, Santiago, Maipú, Quilicura, Renca, Pudahuel y Puente Alto.



Llama la atención que nuestra comuna, Recoleta, no figure en los cambios anunciados toda vez que la comunidad recoletana ha expresado en reiteradas oportunidades, a través de organizaciones sociales y coordinadoras sectoriales, la necesidad de efectuar modificaciones a los recorridos existentes en la comuna para sacar del aislamiento en que quedaron a grandes zonas de la comuna como Valdivieso, El Salto y gran parte de la zona norte.

Claro está que lo que ha fallado aquí no es la administración del transantiago sino la falta de liderazgo de las autoridades locales que a diferencia de lo ocurrido en otras partes, no han logrado ver, en las organizaciones sociales de la comuna y en sus dirigentes, a sus socios estratégicos y han preferido enfrentarlos como si fueran enemigos políticos más que representantes de la comunidad y, por lo tanto, aliados incondicionales a la hora de buscar un mejoramiento en la calidad de vida de los habitantes.

Esto se ha visto agravado con algunas iniciativas que apuntan hacia una disminución de los costos de operación de algunos servicios básicos de fundamental importancia para la comunidad como son los intentos de cierre de colegios y consultorios, que al desaparecer significarían un evidente ahorro en los costos de operación tanto del gobierno local como de los niveles subnacionales del gobierno central y, al mismo tiempo, un incremento de la necesidad de los vecinos de estos barrios de desplazarse a lugares distantes en búsqueda de satisfacer esas mismas necesidades, lo que, a todas luces significaría un encarecimiento del costo de la vida para los sectores populares que viven en estos barrios y que se verán enfrentados a mayores gastos de tiempo y dinero para satisfacer sus necesidades básicas.

Ante este escenario se hace imprescindible que las autoridades locales, los dirigentes sociales y principalmente el alcalde de Recoleta, Sr. Gonzalo Cornejo, adopten un nuevo enfoque en la forma de relacionarse que mantienen, dejando de lado las diferencias político partidistas y desarrollando una alianza estratégica capaz de ponerse por encima de las legítimas diferencias existentes entre los actores comunales para poner sobre cualquier otra consideración, los objetivos de mejorar la calidad de vida de nuestros vecinos. Sabemos y somos partes de exitosas experiencias que avalan esta posición y creemos que se pueden replicar en otras áreas en donde resulta imprescindible la cooperación entre actores de distinto signo político y la voluntad de poner al centro las ganas de trabajar unidos por el bien de la comunidad.

Solo así podremos aunar esfuerzos y aprovechar las sinergias existentes en torno a los distintos roles sociales y políticos que los actores relevantes de la comunidad estamos llamados a jugar. Por lo demás, ninguno de los cambios anunciados van en la dirección correcta para lograra mejorar la relación de los habitantes de la Región metropolitana y debemos hacer un esfuerzo mancomunado para desarrollar una participación ciudadana protagónica capaz de definir acciones para intervenir el territorio de manera de desincentivar los viajes, y tratando de dotar a los distintos barrios de la mayor oferta posible de productos y servicios básicos de consumo cotidiano.

De lo contrario, seguiremos financiando de nuestros bolsillos, con nuestros impuestos, las utilidades de quienes se han evidenciado como incapaces de proveer de servicios de transporte colectivo eficientes y eficaces para la región metropolitana.

11.20.2007

RECOLETA, LA DELINCUENCIA Y EL MODELO ECONÓMICO.

No pasa un día en nuestro país, sin que el tema de la seguridad Ciudadana surja como protagonista obligado en los medios de comunicación. Hace un par de días, apareció un nueevo estudio de La Fundación Paz Ciudadana, ligada a la derecha política y económica, que demuestra un incremento significativo de la ocurrencia de delitos contra la propiedad y entre las comunas con mayor incremento se encuentra nuestra comuna, la comuna de Recoleta.
Imposible no recordar, en este escenario, todas las promesas que en esta materia hiciera, durante su última campaña a la reelección, la autoridad máxima comunal, que hizo del combate a la delincuencia una de las líneas más importantes de su programa de gobierno, mientras criticaba al nivel central por su incapacidad para desarrollar políticas de prevención exitosas en coordinación con los gobiernos locales, que según él eran los únicos capaces de abordar el tema por su cercanía y mejor conocimiento de la realidad social en la base.

Sin duda que no ha logrado cumplir con estas promesas, a la luz de las cifras que hemos conocido recientemente y que están construidas por una fundación claramente identificada con su mismo sector político. La razón para explicar aquello, sin embargo, se encuentra precisamente en lo que nadie discute.

Claro está que pocos atinan a darse cuenta de que este tema y sobretodo la mirada que sobre él prevalece en nuestros tiempos ha sido instalado en nuestro país por la derecha representada hoy en día por la Alianza por Chile y por algunos ideólogos de la Concertación que hace ya rato abandonaron la vocación y la necesidad de buscar soluciones de fondo a los problemas y se sumaron, resignados y derrotados, a la corriente de las soluciones superficiales, cortoplazistas y centradas sobretodo, en los dividendos electorales más que en el desarrollo de un nuevo tipo de sociedad que sea capaz de poner al centro de la discusión, la felicidad de los seres humanos y no solo el crecimiento económico, la inflación y la balanza comercial.


La derecha lo ha hecho porque la economía es el centro de sus preocupaciones y porque es consciente de que la seguridad ciudadana, como ellos le llaman, es uno de los pocos temas en donde aun pueden sacar algún beneficio político y en donde aun pueden aspirar a diferenciarse de esa Concertación con la que tanto, y cada día más, se parecen. Sobretodo, si consideramos además, que es uno de los pocos temas que les permiten dejar de lado la búsqueda de una sociedad más justa para centrarse en algo que les causa profundo placer: aumentar la represión y el control social formal sin importar las causas profundas del fenómeno principal.


La concertación, por su parte, reproduce el modelo socioeconómico con algunos cambios cosméticos que en nada alteran la arquitectura institucional fundamental impuesta por la dictadura. Esto a causa de la mediocridad y el acomodo, por una parte y por otra, por una renuncia ideológica a buscar e imaginar una sociedad distinta a la que nos legara la dictadura.

Ahora bien, esta visión del tema tiene sus raíces en dos procesos distintos pero complementarios que chile viene recorriendo hace ya más de tres décadas. El primero es la implantación, por la fuerza, y la mantención por medio de los enclaves autoritarios que aun mantienen conculcado el derecho a la autodeterminación del pueblo chileno, de un sistema económico excluyente y con una fuerte tendencia la concentración de la riqueza y al oligopolio de las grandes empresas nacionales y transnacionales en el reparto de los beneficios del sistema de producción nacional.

Esto se ha hecho de la mano de una apertura unilateral sin defensa ni protección para nuestra pequeña y mediana industria lo que ha impactado fuertemente en la sustentabilidad de los pequeños y medianos productores y empresarios que generan cerca del 75 % de los empleos de este país, muchos de los cuales han terminado proletarizándose en beneficio de los primeros.

En segundo lugar, mediante el manejo de la opinión pública a través del control de los medios de comunicación que le dan una cobertura desmedida a los hechos delictuales generando la sensación de que es el tema de mayor importancia para la población, para que luego las instituciones que se dedican al tema, como Paz Ciudadana, realicen encuestas y estudios que, intencionadamente confirmen que ese el tema más relevante, cerrando el círculo cuando los medios de comunicación, de los mismos propietarios e dan una cobertura desmedida también, a esos estudios generando una suerte de realidad mediática impenetrable por la realidad de la vida cotidiana de las personas.

De hecho, si uno consulta a la mayoría de la gente acerca de lo que más le preocupa y le genera inseguridad, y opone el hecho de ser asaltado con el hecho de estar desempleado; o con el hecho de no poder brindar a su familia y a sus hijos lo básico para una vida digna o una buena educación, no tengo duda que la gran mayoría de los chilenos y chilenas revelarían que sus preocupaciones más importantes y su inseguridad más dramática provienen de aquellos temas como son el trabajo, la salud, la educación de sus hijos y la falta de tiempo para estar con la familia provocada por las extensas jornadas laborales que ambos padres deben asumir para poder mantener un hogar en forma digna. De hecho existen numerosos estudios bastante más serios que los realizados por dichas fundaciones que demuestran claramente la relación directamente proporcional de las crisis económicas y el aumento del desempleo con el incremento de los delitos, sobretodo de aquellos contra la propiedad.

En este escenario, la responsabilidad fundamental de la concertación radica en los nulos esfuerzos por cambiar el modelo impuesto por la dictadura y en el acomodo manifiesto de sus dirigentes y cúpulas partidarias a este sistema excluyente, discriminatorio, que genera riqueza para unos pocos al mismo tiempo que precariza o destruye los empleos y disminuye de manera relativa, los sueldos de la mayoría.

Eso es lo que sin duda no va a cambiar ni con la concertación, que a estas alturas es la representante de la continuidad, ni con la Alianza incluida su versión aliancista bacheletista, que representa al Pinochetismo reconvertido, y que es el obstáculo más importante ara poder avanzar hoy, en la construcción de una sociedad más justa y feliz, para todos y todas.

Por lo mismo resulta tan importante la consolidación de una fuerza política alternativa al modelo, de claro perfil antineoliberal, partidaria de establecer el trabajo, la vivienda digna, la salud, la ecuación, la cultura y el esparcimiento como derechos constitucionales y no como simples bienes que estén al acceso de los que los puedan pagar. Una fuerza que considere a la economía como un instrumento al servicio de la felicidad humana y no al ser humano como instrumento para la economía y que sea capaz, en sus relaciones internas y en su vida orgánica, de ser fiel reflejo de las relaciones sociales y políticas de aquella sociedad que aspira a construir. Solo así podremos asistir a una real y definitiva disminución de la delincuencia que encuentra su campo fértil, precisamente en la exclusión y la atomización social.

10.10.2007

LO QUE QUEDÓ DE LA AGENDA DESPUES DE LA TORMENTA

Durante los conflictos laborales que en el último tiempo se han sucedido en nuestro país nunca faltan aquellos que dicen compartir las demandas del mundo de los trabajadores pero no sus formas de lucha. Argumentan que si bien es necesario avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, esto no debe hacerse mediante el uso de la fuerza y la violencia política.

Claro está que estas declaraciones siempre surgen al calor de los conflictos, cuando todos los medios de comunicación social, controlados por la derecha económica, se preocupan exclusivamente de difundir los costos económicos que para los grandes empresarios tienen los mismos y los “desmanes” que, según ellos, asustan a los trabajadores y trabajadoras y lesionan la confianza para continuar invirtiendo en al país, dañando de paso a la sociedad toda.


Tratan de intimidarnos con el paro de las inversiones para evitar el paro de los trabajadores y acusan de ello a los culpables de siempre, los comunistas, que según los representantes de los grandes empresarios, somos quienes estamos detrás de los conflictos, manipulando a los trabajadores e inventado problemas, de verdad, inexistentes.

Llama la atención que los mismos que hacen estas declaraciones critiquen al partido comunista por seguir creyendo en la existencia de la lucha de clases mientras se filtran las actas de sus reuniones secretas en la que llaman a detener el alza de las demandas de los trabajadores mediante la presión al gobierno para que utilice todo el rigor de la ley en contra de los desalmados que aspiran a tener una vida digna. En esas actas, sin embargo, se expresa más nítidamente que en ningún otro lugar, la existencia de una lucha de clases que algunas veces se da de forma abierta y dramática, cuando los avances de los trabajadores ponen en serio riesgo sus prebendas y privilegios, y otras veces, soterradamente cuando las leyes y la institucionalidad bastan para lograr mantener a raya a quienes luchan por un futuro mejor para sus hijos.

En estas etapas solo llaman a cumplir la ley y a no salirse del marco institucional mientras bloquean cualquier intento de cambio, manteniendo inalterados los enclaves autoritarios dejados por la dictadura y que según sus propias palabras “le han dado al país estabilidad y gobernabilidad”. Este sistema casi intocado, heredado de tiempos de dictadura, les ha significado poder seguir ganando plata a manos llenas mientras los trabajadores y sus familias se hunden cada vez más en la injusticia y la exclusión gracias a los sueldos de hambre que ellos mismos pagan y que resultan por sus efectos, más violentos que toda la violencia que pueda ejercer el mundo de los trabajadores en tiempos de conflictos.

Y no nos equivoquemos, que son los mismos que cuando los cambios legales se suceden de acuerdo a lo que dictan las mayorías y la correlación de fuerzas cambia, no dudan en llamar al golpe, arrojando monedas a los uniformados y vaticinando todo tipo de desastres que ellos mismos se preocupan de promover.

Para detener los conflictos, la administración de turno, presionada por los mismos empresarios, llama al dialogo, promete agendas laborales que fortalecen la posición negociadora de los trabajadores y presionan a sus lideres dentro del movimiento sindical para que no generen más olas a este gobierno que se dice socialista y que no ha perdido oportunidad de equivocarse, como si el verdadero objetivo de su gestión fuera entregarle el país en bandeja a la derecha más tradicional, esa que aun llora a Pinochet y defiende a los que con él mataron y robaron, y se prepara para gobernar cuando la alternancia en el poder le de todo el poder.

Luego de los conflictos, cuando pasa el tiempo y los trabajadores vuelven a su estado de desmovilización, mientras esperan que las promesas se cumplan, vuelven a aparecer las presiones soterradas, las declaraciones de chantaje económico y las amenazas de quitar la sal y el agua e impedir que el gobierno desarrolle su programa. En respuesta, se crean mesas de diálogo que no llegan a ninguna parte y que se toman todo el tiempo del mundo para llegar a lo mismo mientras se acaba el tiempo del gobierno ciudadano y este cae y sigue cayendo en las encuesta, en los afectos y en los niveles de respeto y adhesión.

Luego, por arte de magia, aparece en los diarios que La Moneda ordena al ministro del trabajo restringir la agenda laboral que había anunciado y dilatar las iniciativas legales para no enrarecer más el ambiente y tratar de acercar posiciones con los grandes empresarios y con los partidos de derecha que debido al sistema electoral, tiene la capacidad de bloquear en el congreso cualquier ley que refleje los intereses mayoritarios de la nación en contra de sus posiciones o las de sus representados.

Acto seguido sale el gobierno a desmentir la información diciendo que la agenda sigue intacta y que solo se han priorizado para este año las leyes que menos ruido provocan mientras los representantes de los grandes empresarios se alegran por la señal de tranquilidad que les envía el gobierno y se habla eufemísticamente de u Pacto Social que trata de esconder la realidad de que sin el consentimiento de la derecha, ningún cambio prosperará.

Tendremos que esperar otra ola de furia. Un par más de trabajadores asesinados por las fuerzas de orden y seguridad. Tendremos que esperar quizá 17 años más, que cuando se trata de una dictadura parecen muchos pero cuando se habla de los gobiernos de la concertación parecen poco y se insiste en la necesidad de dar mayor tiempo para mantener al país sobre la senda de lo que ellos llaman “la coalición de gobierno más exitosa de la historia de Chile”. Sin embargo, nadie duda ya de que en el próximo conflicto, que tardará menos en llegar y que será seguramente mucho más radical, debido a la acumulación de frustraciones, de rabia y de desesperanza, continuará por la senda de convencer a los trabajadores y trabajadoras que su lucha es justa y que solo con organización y unidad lograremos arrebatar a la clase dominante un poco de aquello que nos pertenece por ser fruto de nuestro trabajo, que es el único antecedente legitimo para la propiedad privada.

Mientras tanto, seguiremos viendo como el costo de la vida sube borrando de un plumazo los pingues logros de las negociaciones que recién terminan, los mismos de siempre volverán a estar al lado de los trabajadores y los mismos de siempre, luego de otro periodo de sendas ganancias volverán a criticar la violencia de los trabajadores sin reparar en la violencia cotidiana, sistemática y permanente que genera el hambre, la cesantía y la falta de oportunidades. Sin reparar en lo violento que resulta no tener un horizonte claro y diáfano para el cual vivir y trabajar.


Sin reparar, en definitiva, en el sistema que ellos tanto defienden y se empeñan en mantener a pesar de las duras críticas que le hacen en periodos eleccionarios como los que se avecinan, en donde todos, sin excepción son contrarios al modelo y claramente de oposición.

EL SISTEMA ELECTORAL Y EL PERMANENTE CHANTAJE DE LA DERECHA.

Molesta se encuentra la derecha por que ellos llaman el doble estándar del gobierno que por un lado los convoca a un pacto social que permita avanzar en las materias que nuestra sociedad demanda, mientras en otro ámbito les critica la forma, el fondo y el doble estándar con que actúan cotidianamente en el escenario político nacional.

Este cuadro, pone una vez más de manifiesto lo infame que resulta el sistema electoral impuesto por la dictadura en nuestro país, que al no permitir que las mayorías y minorías sean fielmente representadas en la discusión, genera un equilibrio de fuerzas en donde el que pierde empata a costa de las minorías que carecen de representación y de las mayoría que se ven castigadas y obtiene, al mismo tiempo y de la mano de los quórum calificados y otras trabas que aun permanecen, un poder esencial de veto que obliga al gobierno a permanentes y suplicantes llamados a la democracia de los consensos y a los pactos en los que la mayoría debe someterse a implementar solo los cambios en los que la minoría esta de acuerdo.


Así se evidencia la síntesis casi perfecta de lo que se conoce en nuestro país como gobernabilidad democrática que no es más que la incapacidad de que las voluntades mayoritarias se expresen en su real magnitud quedando siempre a merced de aquellos que vociferan acerca del cambio pero cuidando siempre de que todo sigua igual.

Buscan así potenciar la tan anhelada alternancia en el poder que hace 16 años vienen esperando mientras se allanan a realizar solo los cambios para los cuales ellos dicen estar dispuestos, pero además exigen que se les trate con cariño y que se les diga al oído que se les quiere, para que ellos se sientan cómodos, haciendo realidad solo sus proyectos y sin ser denostados públicamente por defender los privilegios de las minorías.

Asi las cosas, vuelve a tener una vigencia fulminante aquella sentencia de Tomic que afirmaba que cuando se gobierna con la derecha, es la derecha la que gobierna y nos pone como país, una vez más, ante la necesaria transformación de fondo que nuestro sistema político requiere y que debe ir en la senda de lo que gran parte del continente viene haciendo al darse constituciones emanadas efectivamente de la voluntad popular y que representan sin tapujos ni dobles discursos el sentir mayoritario de la nación.

No hay que equivocarse. El consenso es el principal enemigo y la peor trampa para la democracia porque a través de él son las minorías las que se imponen sobre las mayorías para mantener sus privilegios, quitándole totalmente el contenido a la palabra democracia que a pesar de que muchos intenten deformarla con apellidos inciertos, sigue siendo el gobierno del pueblo, en el que las personas que la integran tienen la posibilidad de influir abiertamente y de manera legal sobre el proceso de toma de decisiones, cosa que en nuestro país, claramente no sucede.

Como si fuera poco creen legítimo que sean los mismos representantes los que deban discutir para modificar el sistema por el cual ellos son elegidos entrando en abierta contradicción con el deber de los representantes del pueblo de abstenerse de discutir y votar leyes en las cuales tienen intereses directos o indirectos.

Por lo mismo, más allá de los loables y válidos intentos de los comunistas por derrotar la exclusión abriendo cualquier puerta que sea posible abrir, jamás debemos perder de vista la necesidad de seguir luchando y trabajando para constituir a la brevedad posible una asamblea constituyente democrática y participativa, en donde estén representados todos los sectores políticos y sociales y de la cual emane una constitución que sea fiel reflejo del sentir de la nación en su conjunto para refundar Chile de cara al Siglo que recién comienza.

LA HIPOCRESÍA DE LA DERECHA CHILENA, LA BAJA DEL DÓLAR Y EL MODELO EXPORTADOR.

Tarde y con la hipocresía que los caracteriza, los que impusieron el modelo económico de la mano de la dictadura, se han manifestado preocupados porque la caída del tipo de cambio, en cuanto al dólar se refiere, ya que estaría, según ellos, poniendo en jaque al sector exportador y por ende al modelo económico chileno casi en su totalidad.

El desplome de la moneda norteamericana, ha dicho el jefe de la UDI, Senador Hernán Larrain, “esta amenazando en su existencia nuestra economía exportadora, esta agravando la situación de algunos sectores productivos en Chile, como la agricultura, en una forma que puede ser irremediable”. Se olvida o se hace el tonto a propósito acerca de la responsabilidad que a su sector le corresponde en la implementación en chile de un sistema económico absolutamente dependiente de las exportaciones de materias primas, sin valor agregado, con pobre impacto en la creación de trabajos estables y de calidad y enfocado solo a las utilidades que a partir de la economía primaria obtienen los grandes empresarios del sector y la transnacionales avecindadas en nuestro país.


Han llamado, por lo mismo, al gobierno, a intervenir para remediar el asunto y salvar al sector, olvidándose hipócritamente, de la defensa que su sector hace siempre de la libertad con que el estado debe dejar funcionar a los mercados, negándose permanentemente a cualquier intervención para corregir las imperfecciones propias de un modelo perfecto, cuyas leyes, en la practica, desaparecen. A ellos se han sumado los gremios empresariales del sector, liberales solo cuando les conviene y tremendamente estatistas cuando sus utilidades peligran.

Para compensar este efecto, han propuesto que el gobierno contenga y reduzca el gasto, es decir, deje de atender las necesidades sociales para proteger a los pobres empresarios que, cuando la libre competencia no los favorece, vuelven a mirar al estado para pedir socorro y se olvidan que son ellos , según sus propias definiciones, el motor fundamental de la economía.

Tan absurda resulta su propuesta y su argumento, como culpar a los argentinos de la crisis energética que vive permanentemente nuestro país, como si el día de mañana, ante una eventual alza significativa del consumo interno de cobre en chile, el gobierno fuera a preferir proveer a las empresas extranjeras en detrimento del consumo interno para cumplir los compromisos comerciales rubricados.

En ambos casos la responsabilidad recae exclusivamente en quienes han optado por un sistema económico de apertura global, tremendamente vulnerable a las turbulencias económicas mundiales y que ha dejado en el olvido la segunda fase exportadora, tantas veces prometida y en el caso de la crisis energética, han pensado solo en un tipo de matriz energética casi exclusivamente en base a materias primas que Chile no posee y que, por lo mismo, depende casi exclusivamente de factores externos, renunciando en ambos casos a desarrollar fuerza propia tanto para asegurar el funcionamiento de la economía con un modelo que ponga el énfasis en la creación de un sector industrial capaz de agregar valor a nuestras materias primas como para desarrollar una matriz energética diversa, sustentable y medioambientalmente amigable, objetivos ambos para los que Chile posee características formidables.

Claro que para ello debiéramos partir contando con una clase política y empresarial con visión estratégica y centrada en un proyecto nacional de desarrollo al servicio de Chile y su gente, con justicia social, igualdad de oportunidades, democracia y equidad y no con una casta de actores políticos y empresariales solo centrados en su reelección y en la rentabilidad individual o familiar de corto plazo.

De la misma manera debiéramos exigir a los actores políticos que tengan un mínimo de coherencia entre sus postulados y sus propuestas porque tratar de estar siempre del lado en donde calienta el sol es una mala costumbre que desprestigia la política y desmotiva, sobretodo en las nuevas generaciones, la tan manoseada participación.

LA DEUDA HISTÓRICA DE LA CONCERTACIÓN CON LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.


Sorprendida se ha declarado la presidenta Bachelet en el acto de inauguración del Consultorio Andes debido al desconocimiento que la gente posee con respecto a, lo que ella llama, las cosas extraordinarias que el estado esta haciendo en nuestro país bajo su administración. Y digo administración porque de verdad me parece ostentoso hablar de gobierno cuando se debe pedir permiso y apoyo a la derecha para aprobar el más mínimo cambio legal que permitiera de verdad avanzar en los numerosos y tan postergados cambios que las mayorías demandan y que el país, con urgencia, necesita.

“He descubierto con preocupación que la gente no sabe nada de lo que estamos haciendo y a mi me preocupa fuertemente esto, porque estamos haciendo cosas extraordinarias”[1] ha dicho, criticando directamente los medios de comunicación que no difunden las políticas gubernamentales y que se dedican solo a mostrar los problemas que aquejan al país y los conflictos que tienen al borde del colapso al conglomerado y a los partidos de gobierno y en caída libre el apoyo a la presidenta.



[1] Miranda, Carolina. Diario La Nación. Miércoles 10 de octubre de 2007. Página 3 en “Bachelet llama a terminar con peleas estériles”.


Se olvida la presidenta de Chile, que son precisamente las políticas de los gobiernos de la concertación o la ausencia de ellas, mejor dicho, las que han contribuido a esta realidad, al no haber contribuido a la promoción y la defensa de la libertad de expresión en los últimos 17 años permitiendo que sea el mercado, mediante la ley de la oferta y la demanda, el que defina que leen, que escuchan y que ven los chilenos, llegando al extremo de ser quizá el único gobierno en el mudo que está obligado a comunicarse con sus electores, casi exclusivamente por los medios de comunicación que maneja la oposición de derecha a su gobierno, que controla casi el 95 % de los medios de comunicación en nuestro país.

No esta de más recordar que en todos estos años de supuestos gobiernos democráticos hemos visto aparecer y desaparecer revistas, diarios, periódicos, radios y canales de televisión alternativos, la mayoría de ellos, que no lograron ser rentables y que sucumbieron sin apoyo estatal alguno, en este sistema en el que todos hablan de la libertad de expresión, pero en el cual ésta solo existe acotada por un profundo sesgo económico que rige todas las esferas de la vida cotidiana en nuestro país.

Y valga la pena recordar que esta libertad con fuerte sesgo económico, no solo existe en el ámbito de la información y de la comunicación, porque en nuestro país solo tienen la libertad de viajar, de educar a sus hijos en buenos colegios, de acceder a una buena y oportuna atención de salud y a un digno sistema de transporte y de comer una dieta sana y equilibrada, por poner solo algunos ejemplos, solo los que tienen el dinero para costearlo, lo que no es mucho decir, en un país en donde la gran mayoría de la población ni siquiera alcanza a obtener un sueldo que en términos de la iglesia católica, aparezca como digno, menos si consideramos el encarecimiento del costo de la vida en relación con el estancamiento de los sueldos y salarios.

Por lo mismo, más que declararse sorprendida la mandataria debiera preocuparse de desarrollar una efectiva política de desconcentración de los medios de comunicación, con planes y programas serios para permitir el surgimiento y la manutención de los medios independientes arrebatándole al mercado todopoderoso y eterno la atribución de definir los programas y contenidos a los cuales los chilenos y chilenas podemos acceder diariamente.
Solo así podrá asegurar una efectiva y eficaz libertad de expresión y en una de esas, hasta la gente se llega a enterar de las extraordinarias cosas que está haciendo su administración y que a la luz de lo que los chilenos viven, leen, escuchan y ven, parece ser solo un cuento.

9.19.2007

SABRA Y SHATILA... PARA NO OLVIDAR.

Para la mayoría de mis compatriotas los nombres de Sabra y Shatila no dicen mucho, sobre todo en nuestro país en el que durante los días en que los palestinos conmemoramos estos episodios, Chile se viste de fiesta para celebrar una año más de vida independiente en torno al 18 de Septiembre. Es cierto, para algunos no son más que dos nombre que recuerdan una de las tantas masacres en la cual el Estado Israelí haciendo gala de su supremacía militar y de sus excelentes contactos a nivel internacional, pretendió borrar de la faz de la tierra al pueblo palestino y a su entonces única y legitima representante, la OLP. Para otros constituyen una de las páginas más negras de la historia de la humanidad un episodio en donde el envilecimiento del ser humano escribió sus páginas más brillantes en este mundo de supuesta libertad.
A pesar de ello, para quienes deseen mantener fresca la frágil memoria de la humanidad; para quienes deseen ayudar a que episodios como éste no vuelvan a ocurrir en ninguna parte de nuestra tierra, vaya esta ayuda de memoria, teniendo siempre presente que los pueblos que olvidan su historia... están condenados a repetirla y que la persona que olvida la historia de su pueblo...renuncia para siempre a sus raíces y termina por perder su identidad.

Corría el mes de Junio del año 1982 y la situación de el Líbano era compleja. Los sirios habían Ingresado al país en 1976 con la venia del gobierno libanés para derrotar al ala progresista de la sociedad libanesa que, con la ayuda de los palestinos se estaba imponiendo en la Guerra civil que en ese país se venía gestando en virtud de una constitución antidemocrática impuesta por los franceses para asegurar la dominación cristiana y, por tanto, proclive a sus intereses, en un país de mayoría musulmana.

El triunfo sobre la izquierda libanesa, sin embargo, pasaba por la destrucción del aparato militar de la OLP el que por razones lógicas, estaba de parte de las fuerzas progresistas y revolucionarias del Líbano. Los Sirios ingresaron a EL Líbano en 1976 y meses después llevaron a cabo la masacre de Tall Al Zattar en donde miles de palestinos murieron por el simple hecho de luchar por un Líbano Árabe y Democrático, lo que sin duda ponía también en peligro al gobierno autoritario del sirio Hafez Al Assad.

Los Sirios entraron para sacar a los palestinos y para destruir a las fuerzas progresistas Libanesas. Sin embargo, no pudieron cumplir su objetivo y decidieron entonces quedarse para influir directamente en la política libanesa resguardando sus intereses desde la ocupación. En 1978 el gobierno libanés volvía a solicitar la intervención extranjera. Esta vez serían los israelíes los encargados de eliminar del Líbano a sirios y palestinos con el objeto de devolver a una minoría libanesa proclive al estado sionista, la supremacía del Líbano.

Los israelíes ingresaron y pese a su supremacía militar no lograron ninguno de ambos objetivos y decidieron quedarse para “asegurar” su frontera de la amenaza árabe. En 1982 la situación del Líbano era insostenible. Los Israelíes no podían continuar con esa guerra de desgaste que le significaba miles de miles de dólares al año y cada vez más bajas que no podían justificarse de ninguna manera entre la sociedad Israelí. Diseñaron por lo mismo una operación militar de gran escala que constaría de un ofensiva aérea, marítima y terrestre cuyo objetivo sería la eliminación física y política de cualquier vestigio del pueblo palestino en el Líbano, de su única y legítima representante, la OLP y, por su puesto, de su aparato militar.

Esta operación gozaría además de la luz verde norteamericana que contendría las informaciones y paralizaría a la opinión pública por un plazo de 72 hrs. en las cuales los israelíes podrían actuar a entera libertad para cumplir misión. La ofensiva se extendió por 88 días y el cerco noticioso no pudo ocultar la tremenda e indiscriminada masacre que los israelíes estaban llevando a cabo sin razón alguna.

Las fuerzas progresistas del Líbano y el aparato militar de la OLP resistieron heroicamente una de las operaciones militares más grandes de la que se tenga memoria en la región. Los israelíes, resueltos a exterminar a ambas fuerzas, decidieron cercar Beirut, capital de El Líbano, destruyendo además toda su infraestructura caminera, eléctrica y de telecomunicaciones. Cercaron la llegada de combustible a la capital. Impidieron el ingreso de alimentos y prohibieron el paso de periodistas y enviados internacionales. Ni los hospitales, ni los colegios se salvaron de los bombardeos indiscriminados; para los israelíes no existían blancos militares ni convención alguna que impidiera arrasar con todo. Utilizaron armas prohibidas en el mundo entero por las convenciones de Ginebra, bombardearon con napalm y con bombas de fragmentación. Hasta los niños y los ancianos se convirtieron en objetivos militares.

88 días después, la comunidad internacional, que una vez más se había convertido en cómplice a través de su silencio, no podía seguir callando ante los llamados de los hombres y mujeres de buena voluntad esparcidos por toda la tierra que comenzaron a presionar a sus gobiernos para que buscasen una salida política que permitiera detener la masacre.

Sin embargo las fuerzas progresistas libanesas y el aparato militar de la OLP resistió hasta convertir el episodio, en una derrota política y militar para uno de los ejércitos mejor armados del mundo y para el gobierno cuya utilización política de las víctimas del holocausto le entregaba un cheque en blanco para actuar con una línea de crédito político y militar que se abastecía de la sangre de libaneses y palestinos y de la permisividad de las mismas conciencias que habían dejado materializarse el holocausto.

La historia se repetía pero ahora las víctimas de antaño, una vez más, eran los victimarios. Logró imponerse la salida política. Todas las fuerzas extranjeras debían salir de El Líbano para que los cascos azules tomaran el control de las zonas urbanas y de los campamentos civiles. Se generó un duro debate entre las fuerzas palestinas entre aquellas que confiaban en occidente y aquellos que tenían una desconfianza estructural hacia cualquier ofrecimiento que viniera de los aliados históricos de los israelíes. Finalmente aceptaron salir, con sus fusiles en alto, victoriosos, confiando la seguridad de los civiles a las fuerzas multinacionales y a la “Falange Cristiana de El Líbano”.

Cuando los palestinos se encontraban en el Valle del Bekkah” listos para embarcarse hacia distintos destinos dentro del mundo árabe, los israelíes hicieron asesinar al entonces presidente electo de El Líbano: el proisraelí Amin Gemayel; culparon a los palestinos buscando un pretexto para volver a ingresar al El Líbano cobrándose venganza de la derrota militar que habían sufrido a manos de las fuerzas progresistas libanesas y la OLP, en los civiles indefensos e inocentes de los campamentos palestinos de Sabra y Shatila.

Ingresaron de noche y mientras una parte del ejército israelí iluminaba los campamentos con bengalas lanzadas al aire durante toda la noche, la otra parte, en conjunto con la falange libanesa llevaban a cabo la peor carnicería de que nuestro pueblo tenga memoria. Las mujeres, los ancianos y los niños que los soldados victoriosos habían dejado en manos de las fuerzas internacionales de paz que nunca llegaron, fueron asesinados a sangre fría. Los corvos israelíes se ensañaron con los cuerpos débiles de sus víctimas, las fosas comunes se llenaron de partes de cuerpos, de extremidades, de fetos arrancados de los vientres de sus madres.

El mundo gritó como siempre. Sin mover un dedo.

La Organización de Naciones Unidas llenó los diarios de declaraciones de estupor y de condenas tajantes y declaraciones de rechazos. Una vez más el mundo entero ponía los discursos de horror, los israelíes la barbarie y los palestinos... la sangre de su pueblo, el alma de sus niños, la esperanza de sus mujeres, desgarradas por el fanatismo religioso y racismo del “pueblo elegido” y de sus aliados.

La consternación llegó incluso a la sociedad israelí que hizo caer a los responsables de su gobierno, aunque tiempo después los volviesen a escoger para llevar adelante los destinos del supuesto “pueblo de Dios”. Los responsables eran los mismos que en 1979 EEUU había premiado con el Nobel de la paz: Menahem Beguin y Ariel Shaaron, mostraron una vez más las imágenes de la civilización israelí y escribieron de paso, una de las páginas más negras de la historia del pueblo palestino y de la conciencia de la humanidad.


9.07.2007

EL GOBIERNO CIUDADANO Y EL ONCE DE SEPTIEMBRE

Una vez más el gobierno de la concertación pretende prohibir al pueblo de Chile que transite por calle Morandé para conmemorar uno de los días mas negros de la historia de la patria del cual algunos de los mismos que hoy están en los partidos de gobierno fueron perversos o irresponsables protagonistas.

La excusa que ha plantado el desvergonzado ministro del interior es que el PC y las agrupaciones de DDHH no tienen control sobre los encapuchados. Se olvida el Sr. ministro que es su pega la de mantener bajo control el orden interno del país, no la pega del Partido Comunista ni de las Agrupaciones de Derechos humanos y parece verdaderamente ridículo que los platos rotos de la incapacidad de los cuatro gobiernos de la concertación de cumplir su programa y desmantelar el injusto sistema económico impuesto a sangre y fuego por la dictadura, que es el principal causante del malestar ciudadano, la deba pagar el partido comunista y las agrupaciones de derechos humanos con la prohibición a su legítimo derecho de manifestarse.

Nadie duda que en el último tiempo la efervescencia social haya crecido de manera significativa en nuestro país. Las frustraciones acumuladas en nuestro pueblo han comenzado a estallar debido a la injusticia social que se manifiesta claramente en la ampliación de la brecha entre ricos y pobres y en que la mayoría de los chilenos debe vivir con menos de lo que la iglesia católica considera ético.

También contribuye a este ambiente de caos social, la incapacidad manifiesta de un gobierno que no ha perdido oportunidad de equivocarse en sus intentos por mejorar la calidad de vida de la población. Ejemplos patéticos de esta realidad la encontramos en los sendos fracasos de proyectos emblemáticos como el Transantiago, el Auge o la Reforma Provisional y en las numerosas mesas de diálogo que no llegan a nada y que solo logran expresar los intereses de los defensores del modelo para hacer creer a la gente que todo cambia para que todo siga igual.

Como si fuera poco, los atisbos de corrupción y el intervencionismo, tanto del gobierno con los fondos del estado como de los grandes empresarios con el financiamiento de las campañas políticas, sumado al temor evidente de la derecha y de sectores de la concertación a que en el parlamento se expresen de verdad las distintas sensibilidades existentes en nuestro país para dar paso a reformas y cambios que sean fiel reflejo de los intereses superiores de nuestro pueblo han terminado por consolidar una exclusión política que no es más que el fiel reflejo de la exclusión social y económica de grandes sectores de nuestro pueblo que solo se resignan a votar cada cuatro años por el mal menor.

Es evidente que todo esto ha alimentado las posiciones de quienes han perdido toda esperanza en lograr los cambios que el país requiere con urgencia por la vía de la institucionalidad heredada de la dictadura y ha surgido con fuerza la necesidad de imponer mediante la organización, la unidad y la lucha callejera los cambios que mayoritariamente el país demanda y que un congreso carente de representatividad se empeña en bloquear. Dentro de esta evolución han aparecido sectores radicalizados que han hecho de la violencia política su respuesta predilecta a la inmovilidad sustancial en la que ha caído nuestro país en la última década a pesar de todas las promesas de que la alegría llegaría.

Para colmo, el gobierno demuestra su nula capacidad de autocrítica y en ausencia total de argumentos que permitan sortear la crisis en ciernes pretende tapar el sol con un dedo y aplicar medidas antidemocráticas para tratar de ocultar al mundo el descontento creciente y cada vez más violento que se viene desarrollando en estos 17 años de gobiernos de la concertación. Es tan ridículo como decir que la protesta nacional del 29 no era contra el gobierno, como quisieron plantear algunos de sus voceros y representantes para tratar de bajarle el perfil a la importante demostración de la sistematización del descontento social.

Les da vergüenza que el mundo se entere de los problemas que enfrenta el país modelo al que todos quieren imitar y por eso pretenden responsabilizar al PC y a las agrupaciones de derechos humanos, de no poder controlar los fenómenos sociales en curso de los cuales el gobierno es, sino el único, el principal responsable.

En cualquier democracia de verdad las manifestaciones se permiten y se toman las medidas necesarias para proteger a los manifestantes pero en esta dictadura casi perfecta disfrazada de democracia, el gobierno opta por prohibir las manifestaciones, por intentar obligar al movimiento social a realizar solo las manifestaciones que ellos están dispuestos a tolerar para no manchar la imagen que han cultivado a punta de manipular y seleccionar la información que se produce y se exporta en nuestro país.



Resulta evidente que el impedir que el pueblo se manifieste de acuerdo a sus legítimos derechos es desde ya una provocación y que seguramente estará complementada con una represión desmesurada que generará como respuesta mayores desórdenes con los que se buscará justificar el estado policial que Belisario Velasco pretende imponer en el país. Resulta evidente también que lo único que conseguirá es elevar el descontento, la presión social y el descrédito del gobierno que va en caída libre y que ya nadie podrá detener. Este gobierno no es capaz de mantener el orden público porque no ha sido capaz de generar ni crecimiento con equidad ni desarrollar un gobierno ciudadano y ha preferido servir a los grandes empresarios y a las transnacionales dando la espalda precisamente a la ciudadanía que los eligió. No ha logrado cumplir ni siquiera su programa y quizá con el mismo criterio del vocero Lagos Weber, que planteó que si los organizadores de las manifestaciones no eran capaces de controlarlas no debieran organizarlas, habrá que asumir quizá que un gobierno que no es capaz de cumplir con sus promesas, tampoco debiera gobernar.

8.22.2007

EL SUELDO ETICO EN EL PAIS DEL MILAGRO ECONÓMICO.

Amigos y amigas. Compañeros y compañeras. Hace mucho que no escribo es cierto y más de alguno de ustedes me ha llamado o escrito para preguntarme por qué. No han sido buenos tiempos y como siempre y como a todos y todas, las cosas malas se nos juntan y parecen destruirte un poco por algún tiempo. La última fue la partida de mi padre y déjenme decirles, antes de seguir adelante con el tema que hoy me ha invitado a volver a escribir, que todos ustedes, todos los que estuvieron y me acompañaron en ese momento me recordaron a los imprescindibles, a esos que no se cansan, a los que están en las buenas y en las malas, a los que dejan de verdad huellas indelebles en las vidas de los que aman, gracias a todos y a todas, gracias por recordarme, como dice Neruda, nuestro gran poeta, que junto a ustedes no termino en mi mismo. Gracias nuevamente.

Hoy vuelvo a escribir para compartir con ustedes algunas reflexiones acerca de un debate que, para algunos, ha abierto la iglesia en los últimos días, al hablar uno de sus representantes, de la necesidad de retribuir al trabajo con un “sueldo ético” como lo llamó el Obispo Goic.

Digo para algunos, porque en este país nos hemos acostumbrado tanto a la censura encubierta de los dueños de los medios de comunicación que tanto dicen defender la libertad de expresión que solo nos dejan leer estas opiniones en sus medios siempre y cuando no sea un enemigo del modelo, el que las diga.


Fue el caso, por ejemplo, de la necesidad de estatizar el transporte público que el partido comunista viene planteando hace muchos años pero que cuya discusión recién salió a la luz cuando lo planteo Frei.

Lo mismo ha pasado con muchos temas que mi partido viene levantando hace años como la crisis de la educación y de la salud, o el tema de los derechos laborales de los trabajadores, conculcados desde la dictadura y que permanecen en esa condición a excepción de algunos tímidos avances que ha permitido, sobretodo, la presión de la lucha social y la protesta de los trabajadores organizados, que una vez más han logrado romper el estado de cosas para poner al centro las verdaderas transformaciones que aun están pendientes y que sin ellas, los pilares fundamentales del modelo económico de la dictadura siguen intocables.

Ahora bien, más allá de quien logre abrir el debate, lo importante es que se abra y por eso quiero partir saludando al Obispo Goic y al mismo tiempo quiero condenar la histérica reacción de la senadora Mathei que parece que además de saber de economía solo lo que es capaz de sustentar su posición ideológica, parece saber menos de ética y de política. Su disfraz democrático no resistió el estallido de la esencia autoritaria y déspota que lleva en su interior y como es lógico en quienes no son capaces de discutir con argumentos, salió lisa y llanamente a descalificar a su oponente pues era el único recurso que le quedaba.

Lo que me ha sorprendido en todo caso es que todos discutan del sueldo ético y nadie haya discutido hasta ahora acerca de las utilidades éticas y de los salarios máximos éticos. Porque esta claro que la discusión del sueldo es una discusión multivariable en donde se debe considerar lo que los trabajadores y sus familias necesitan para llevar una vida digna que les permita un desarrollo integral como personas y no solo la reproducción de la existencia física para seguir funcionando, generación tras generación como mano de obra barata de la clase dominante.

También deben considerarse el valor socialmente aceptado del trabajo que se realiza, por varias razones. Una de ellas es porque si la propiedad privada, como todos dicen, nace del trabajo, es indispensable que a cada trabajador se le pague lo que vale su trabajo y no menos, ya que quienes le pagan a sus trabajadores menos de lo que vale su trabajo, lo que hacen en definitiva, a pesar de gritar a los cuatro vientos que son defensores de la propiedad privada, es destruir precisamente la propiedad privada del trabajador, para construir la gran propiedad privada de ellos los grandes empresarios, asegurando a sus familias por varias generaciones, a costa de lo que, en justicia, debiera recibir cada trabajador en retribución a su trabajo.

Por último, debe considerarse un hecho esencial y que es el que determina la gran brecha existente en nuestro país entre ricos y pobres. Cuanto de la riqueza generada en el proceso productivo va a retribuir el riesgo del capital invertido como le llaman, cuanto a retribuir la inversión en medios de producción como la tierra y las maquinarias y cuanto finalmente queda para retribuir a la fuerza de trabajo que es la que en definitiva genera la riqueza con su esfuerzo hasta convertir ese trabajo en productos y servicios transables en el mercado.

En muchos países, la diferencia entre estas variables es bastante menor y muchas veces esta se inclina hacia la retribución a la fuerza del trabajo como condición fundamental para construir la equidad. De hecho, en la mayor parte del mundo la participación de los sueldos y salarios supera el 50% del Producto y en nuestro país solo llega al 30% y algo más. Claro, esos países tiene una clase empresarial bastante más culta y solidaria que la nuestra, participan de negocios con tasas de ganancias que bordean el 13% de la inversión y entienden que los trabajadores felices y bien retribuidos trabajan más y mejor, de hecho trabajan menos horas que nosotros y producen casi tres veces en promedio lo que nuestros trabajadores. Lamentablemente en nuestro país no hay empresarios que trabajen o mejor dicho arriesguen sus capitales con tasas de retorno menores al 20 o 25 % y esa diferencia explica de sobra los magros salarios que ayudan a engrosar las utilidades de los que ya no saben en que gastar las utilidades que y el patrimonio que han acaparado en estos años en nuestro país.

Lo mismo pasa con los salarios máximos y mínimos que en algunas partes del mundo no sobrepasan las 10 o 15 veces dentro de las organizaciones, mientras en nuestro país llegan a más de cien y doscientas veces, el uno del otro.

Es necesario preguntarse hasta donde es ético seguir acumulando riquezas, ¿hasta asegurar tres, cuatro o cinco generaciones hacia delante mientras otros se debaten entre vivir el día a día sin saber si mañana se tendrá lo necesario para subsistir y para satisfacer las necesidades de sus seres queridos?

Nadie dice, porque pocos se atreven y los que se atreven no salen en los medios de comunicación que necesariamente para reducir la pobreza y disminuir la desigualdad habrá que limitar la riqueza porque si alguien piensa que el objetivo debe ser incrementar los niveles de consumo y generación de desechos de los pobres hasta los niveles de las capas medias o de los ricos, es porque aun no ha caído en la cuenta de que el mundo es finito y de que cuando alguien consume mas de lo que necesita, necesariamente alguien se queda consumiendo menos de lo que requiere para reproducir su existencia.

Lamentablemente, estos debates están prohibidos precisamente en donde pudieran ser relevantes ya que el sistema electoral se las arregla, con la complicidad de la derecha y de la concertación, para dejar afuera del lugar en donde se discuten y se hacen las leyes que rigen el comportamiento de los actores sociales y productivos, precisamente a los que piensan distinto y mientras eso no cambie, mientras el parlamento siga siendo un reducto de los defensores del modelo, y se siga discutiendo solo el cambio dentro de la continuidad, seguirá habiendo gente que optará estúpidamente por hacer callar a los que digan cualquier cosa que ponga en peligro sus intereses y los de la clase que representa como vulgarmente lo ha hecho la Senadora Mathei.

7.04.2007

CALENTAMIENTO GLOBAL Y DESARROLLO SUSTENTABLE.

Las ciudades de nuestros días, y en especial nuestras metrópolis, están enfrentadas a una serie de problemas que han echado por tierra las maravillosas expectativas de mejores oportunidades, que desde la revolución industrial en adelante, han ido atrayendo de manera creciente a quienes habitaban lejos de ellas (Jadue, 1997 a).

La calidad de vida de todos los que habitan las mismas, ha descendido a niveles que ni las más pesimistas de las proyecciones de hace algunas décadas se hubieran imaginado.

El calentamiento global, nuevo protagonista mediático de la crisis ambiental, sumado a la pobreza, el hacinamiento, la congestión, la contaminación del aire, del suelo y de las aguas, la falta de tiempo libre; el aumento de las enfermedades de todo tipo y en especial las mentales además del aumento del comportamiento trasgresor de las normas y a la insostenible desigualdad en el acceso a los bienes y servicios como en los niveles de consumo, nos plantea el riesgo de que nuestras metrópolis tiendan a convertirse en un sumidero comportamental que podría, en el peor de los casos degradar a la familia humana a una condición infracultural determinando mortandades mayores incluso a las hasta ahora conocidas (Hall,1972).

Sin embargo, Sabatini (1997) llama la atención sobre la existencia de un número creciente de investigadores que se han convertido en verdaderos defensores de la Gran Ciudad Latinoamericana, en la medida en que ven en ella un conjunto de potencialidades y aptitudes que permitirían sobreponer los umbrales del desarrollo.

Sostienen estos investigadores que la relación causal entre tamaño urbano y problemas urbanos está lejos de haberse demostrado y que la concomitancia estadística entre estos dos fenómenos no es prueba de la existencia de dicha causalidad (Jordan y Sabatini, 1993).

En el mismo contexto, algunos investigadores pretenden seguir insistiendo en el tratamiento por separado de los diversos tópicos que engloba la crisis, a la ya vieja usanza de las reduccionistas y burdas interpretaciones del método científico, de marcado acento antropocéntrico, que buscando la simplificación de los fenómenos para su comprensión y dominio, pretende desmenuzarlos en ámbitos cada vez más pequeños y específicos, de los que deben hacerse cargo las distintas ramas tremendamente especializadas del saber.

Así las cosas, con los fenómenos y los hechos sociales desnaturalizados y reducidos a partes inconexas, la política, la economía, la medicina, la ecología, la planificación territorial, la arquitectura, el urbanismo y las distintas especialidades de todas las áreas del saber, han terminado entendiéndose a ellas mismas como sistemas aislados y auto referentes, como fines en si mismos y cada una intenta dar respuestas a los problemas que suponen propios desde sus particulares puntos de vistas, logrando única y exclusivamente el alejamiento temporal del colapso a través de soluciones momentáneas, de carácter cortoplacistas, pero que no han logrado dar cuenta de manera integral de la compleja realidad y de los problemas que tanto preocupan a nuestra sociedad y a la humanidad hoy; y mucho menos han permitido anticipar el futuro para el bienestar de todos, promesa incumplida del paradigma desnaturalizado de la razón.

Otros, que han partido de una profunda revisión de los postulados de la ciencia dura, plantean que tratar de diferenciar los problemas estrictamente urbanos de los de otra índole no se condice con la visión integradora y globalizante desde la que debe ser tratada la crisis en cuestión, ya que la ciudad es por antonomasia el lugar privilegiado de la reproducción de la existencia humana, y por ende, el lugar del intercambio, de la comunicación y de la vida. En síntesis, el reflejo material de la cultura y de gran parte del qué hacer de la humanidad.

Ahora bien, si se parte de la base de que las formas de ocupación, organización, acondicionamiento y utilización del espacio, están históricamente determinadas por el modo de producción y por las estructuras sociales que de este modo de producción emanan, y que por ende, el patrón de asentamiento característico de una sociedad determinada es un subproducto del estilo de desarrollo predominante en ella, se puede entender que el proceso de asentamiento de la población, y particularmente el de metropolización, se encuentra estrechamente vinculado con aquellos más amplios referidos al proceso productivo, al cambio social y al desarrollo, con los cuales interactúa determinándose mutuamente. (Jordan y Sabatini, 1993).

Esto nos invita a pensar que la sociedad de nuestros días, sometida a los avatares de la globalización y la integración de las economías mundiales, no de los pueblos, se ve enfrentada, no a una crisis más de entre las que ha tenido que soportar, sino más bien al agotamiento y a la bancarrota de un modelo económico, el capitalista, que en su fase actual de desarrollo que podemos denominar como neoliberal, se ha revelado como ecológicamente depredador, socialmente perverso y políticamente injusto, tanto nacional como internacionalmente (Guimaraes, 1991a).

Distinta es la posición de quienes piensan que la solución a todos los problemas de la sociedad se debe basar en la promesa del desarrollo eterno de la ciencia y la técnica, para unir el crecimiento económico y el bienestar social, sin necesidad de cambiar los patrones de consumo y derroche; y sin la necesidad de compartir el capital natural que existe en nuestro sistema.

Otros autores, más cercanos al enfoque que promueve el Desarrollo Sustentable, sostienen que el actual ritmo de crecimiento y de consumo es insostenible y que las recomendaciones del Informe Brundtland de 1987, en orden a que el sistema global toleraría una expansión de la economía mundial de entre cinco a diez veces la existente, no tiene base de sustentación alguna. Afirman que esta solución, basada en la política del Chorreo, tan famosa en nuestro país, compromete de manera peligrosa la hermosa fraseología oficialista del Desarrollo Sustentable que habla de "Justicia entre los Pueblos, justicia entre las generaciones", título que se dio a la síntesis de aportaciones de los movimientos ciudadanos a la Conferencia Raíces del Futuro, realizado en París en Diciembre de 1991, en preparación de las ONGs hacia la cumbre de la tierra.

No obstante las diferencias existentes entre ambas posturas, ninguna de ellas parece haber dado en el clavo de la cuestión. Para algunos investigadores actualmente preocupados de la crisis del modernismo y de el nihilismo propio de las épocas intermedias a cambios radicales de paradigmas, han considerado necesario reconocer la derrota de la visión antropocéntrica del universo para ubicar en su lugar, una visión integradora que arranque del concepto de "unidad material del mundo" acuñado en pleno auge del racionalismo pero que implicaba un avance significativo en cuanto al humanismo antropocéntrico, reemplazándolo por un humanismo ecocéntrico, es decir un humanismo con sus raíces puestas en la naturaleza, de la cual el hombre, es parte inseparable, ya no como el amo y señor del resto, sino más bien, como la parte de materia más altamente organizada, con la mayor capacidad de darse cuenta de su poder transformador del entorno para la satisfacción de la necesidad.

Esta dicotomía nos invita a pensar no sólo sobre una nueva forma de desarrollo que sea sustentable sino en un nuevo paradigma que implique un cambio fundamental en el modelo de civilización hoy dominante que desde Descartes y Bacon ha presentado a hombre y naturaleza como oponentes, entregándole a uno la misión de dominar al otro como si el mismo hombre y la sociedad no fueran parte de la naturaleza a la que se pretende doblegar.

Parece prudente oponer a esta visión aquella que Marx planteara en sus manuscritos económico – filosóficos, más particularmente en "El Trabajo Enajenado" cuando definía que "La Universalidad del hombre aparece en la práctica en la universalidad que constituye toda la naturaleza en su cuerpo inorgánico: 1) como medio directo de vida; e igualmente; 2) como objeto material e instrumento de su actividad vital. La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre; es decir, la naturaleza, excluyendo al cuerpo humano mismo. Decir que el hombre vive de la naturaleza significa que la naturaleza es su cuerpo, con el cual debe permanecer en continuo intercambio para no morir. La afirmación de que la vida física y mental del hombre y la naturaleza son interdependientes significa simplemente que la naturaleza es interdependiente consigo misma, puesto que el hombre es parte de la naturaleza."(Marx, 1844).

Esta mundivisión nos permite desarrollar una relación de sujeto a sujeto entre el reino humano y el no humano, reemplazando incluso la concepción de habitar por la de coexistir, con el objetivo de satisfacer las necesidades de la naturaleza (reino de lo humano y de lo no humano incluidos), sin los patrones de acumulación y de dominación que hoy en día gobiernan esta relación de sujeto a objeto que, además de contradictoria, ha enfrentado al hombre con la naturaleza y por ende con el mismo hombre, con el objetivo no ya de satisfacer las necesidades, sino más bien de reproducir y concentrar el capital construido en desmedro del capital natural, como lo ha planteado Herman Daly en sus postulados sobre la economía ecológica (Jadue, 1997a).

Como punto de partida, debemos aceptar que el hombre es inseparable de su medio, incluso en los espacios más transformados y adaptados a su gusto y conveniencia como son los medios urbanos. Dicho de otro modo, es evidente que el hombre pertenece a la naturaleza y es bastante dudoso que la naturaleza pertenezca al hombre. Este enfoque epistemológico conocido como ecocéntrico, no es nuevo, a pesar que solo en las últimas décadas ha salido del anonimato de los especialistas para disputar la posibilidad de convertirse en mínimo común denominador del pensamiento contemporáneo de la era que se avecina.

Desde esta perspectiva es que abordaremos el concepto de Desarrollo Sustentable que hizo su aparición como tal, recién en las últimas décadas, pero que sin embargo es portador de una no despreciable tradición compuesta por la economía ambiental, la ecología, la economía ecológica y una parte de la economía política, entre otras. Si bien surge como concepto recién en 1972 en el informe Limits of Grouth emanado del Club de Roma, aludiendo al vínculo existente entre crecimiento económico global y escacez de recursos naturales, se acuña como concepto oficial, recién en 1987 a la luz del informe Our Common Future, realizado por la Comisión Mundial sobre desarrollo y medio Ambiente, conocida como la Comisión Brundtland.

A partir de este minuto, quizás lo más complejo en orden a dilucidar este concepto, es la proliferación conceptualista que terminó por trivializar la coexistencia y el intercambio de versiones contradictorias, desfasadas y excluyentes, algunas veces, acerca del mismo.

Ya algunos autores se dedicaron con mayor cuidado e interés a estudiar las distintas conceptualizaciones que sobre el término existen, llegando a encontrar más de cien definiciones, que dan sustento a las más variadas teorías e interpretaciones a la hora de elaborar políticas que apunten hacia un Desarrollo Sustentable (en adelante DS) (Monteiro de Costa, 1996). Ante la imposibilidad de abarcarlas todas entregaremos las que a la vista del presente estudio, parecen más significativas en un pequeño abanico que pretende ser representativo de la diversidad existente.

Para partir, se hace necesario atender a las definiciones existentes en el precursor de todas las discusiones sobre el DS. El Informe Brundtland, que fue producto de la discusión y la sistematización de información llevada a cabo por esta comisión establecida en 1983 por las NNUU, y cuyo Informe fue presentado oficialmente y publicado en 1987.

En él se define DS "como aquel que atiende a las necesidades del presente sin comprometer la posibilidad de que las generaciones futuras atiendan a sus propias necesidades". Además destaca que "satisfacer las necesidades y las aspiraciones humanas es el principal objetivo del desarrollo" (WECD, 1987).

Según Monteiro de Costa (1996) el mismo informe, contiene dos conceptos clave: el Concepto de necesidades, sobre todo las necesidades esenciales de los pobres del mundo, que deben recibir la máxima prioridad; y la noción de las limitaciones que el nivel de la tecnología y de la organización social impone al medio ambiente, impidiéndolo de atender las necesidades presentes y futuras.

Otra definición, emanada de un informe de la OECD, acotado por Martín Holdgate en "Wetlands in a Changing World" (1990, p.5), afirma que Desarrollo Sustentable es aquel desarrollo que mantiene la tasa más alta de crecimiento económico sin provocar inflación.

Por otra parte, Ignacy Sachs, en su libro "Sustainable Development, Descentralized Bioindustrialization and New Rural-Urban configurations: India, Brazil" de 1989, definía sustentabilidad como un concepto dinámico que tiene en cuenta las crecientes necesidades de una población mundial en expansión, lo que implica, según él, un crecimiento sostenido.

Vemos como todas las definiciones parten de esta visión antropocéntrica y como las dos últimas definiciones tienden a igualar, o al menos a vincular estrechamente el DS con crecimiento, lo que nos lleva a preguntarnos profundamente, cuál es el real objeto de estudio de sus apreciaciones.

Sin lugar a dudas, hablan de economía, pero no se refieren al medio ambiente ni a los seres humanos que vivimos en él, en síntesis hablan de economía dura o mejor conocida como economía clásica, bastante acorde a los planteamientos contemporáneos de la economía neoliberal.

Plantean el DS como una dirección de la Economía Tradicional, entendiendo la economía como un sistema independiente, que corresponde a un flujo circular de producción y consumo de valores de cambio, de empresas a hogares, de hogares a empresas y así indefinidamente.(Daly, 1992)

Para desmitificar esta visión es que Herman Daly, desarrolla una visión pre -analítica acerca de esta nueva visión del DS intentando conformar esa idea previa que se debe tener de algo, antes de pasar a desmenuzarlo en partes para entenderlo. Así el autor nos invita a introducirnos en la Economía Ecológica y confronta esta visión con la de la Economía Tradicional, lo que equivale a confrontar el modelo antropocéntrico con el ecocéntrico.

Sus postulados esenciales giran en torno a entender la economía como un subsistema abierto, en el cual hay ingreso y salida de materia y energía; ubicado dentro de un ecosistema finito y cerrado, en el cual solo entra y sale energía en forma de energía solar y calor respectivamente.

De la misma forma, entiende la naturaleza de manera amplia y separa a la misma en un sector humano y en otro no humano construyendo un cuadro (cuadro Nº 1) que facilita la comprensión acerca de la imposibilidad que le asiste a la Economía tradicional por sí sola, o a la Ecología, en el otro extremo, de ocuparse del Desarrollo Sustentable, sin antes ubicarse necesariamente fuera del paradigma en el que ambas se mueven.






"El casillero superior izquierdo representa los productos del sector humano que van al sector humano, dominio de la Economía tradicional. Este modelo se abstrae de todas las relaciones con el resto de los casilleros del gráfico, ya que considera como insumo primario al trabajo humano (agricultura, Industria y servicios) y no a los recursos naturales, y como producto final, al consumo doméstico y no a los residuos y desperdicios que retornan al medio ambiente. El casillero inferior derecho va del sector no humano al sector no humano y corresponde al dominio de la Ecología.

Los subsectores podrían clasificarse en transformadores vivos y no vivientes de materia y energía (plantas, animales y bacterias; litosfera hidrosfera y atmósfera, respectivamente). En este caso, y de la misma forma en que la economía tradicional ha ignorado a lo que ella llama naturaleza, los ecólogos tradicionales ignoran al sector humano, o mejor dicho, no lo toman en cuenta lo suficiente.

El casillero inferior izquierdo representa los insumos del sector no humano que van al humano y constituye el dominio de la Economía de Recursos Naturales, que estudia la extracción y agotamiento de los recursos no renovables y el manejo de los renovables.

El casillero superior derecho, para finalizar, representa el dominio de la Economía Ambiental, y estudia la contaminación resultante de la inyección de los desperdicios de la economía en la naturaleza"(Daly, Hermann.1992).

La Economía Ecológica por su parte y a diferencia de estas cuatro disciplinas, toma como dominio la matriz completa y se basa en los principios de la conservación de la materia y la energía y en el concepto de unidad material del mundo. Su nudo central se encuentra en el flujo constante de recursos de baja entropía desde la naturaleza, a través de la transformación mediante la producción y el consumo, y de regreso a la misma en forma de desechos, para acumularse allí o para ser aprehendidos por los ciclos bio-geo-químicos y reconstituidos a través de la energía solar en estructuras de baja entropía que nuevamente sean útiles para la economía.

Por supuesto, ni la materia ni la energía pueden ser reciclados por completo por lo que se subentiende que sin el transflujo constante de energía desde una fuente externa (sol), en forma de energía solar, hasta un sumidero también externo, en forma de calor, y sin la capacidad del sistema de captar parte de esta energía de baja entropía para reproducirse a sí mismo a través de la fotosíntesis, todo el sistema, incluyendo la economía se desplomaría en muy poco tiempo.

Quizás sea importante explicar que cuando hablamos de entropía, hablamos de la medida de energía que ya no es susceptible de convertirse en trabajo. Por tanto, un aumento de entropía significa una disminución de la energía disponible. Dicho de otro modo, la entropía equivale a hablar de contaminación, puesto que es la suma de la "energía disponible" que ha sido transformada en "no disponible". (Daly, 1992)

Ahora bien, si partimos de esta visión preanalítica que entiende la economía como un subsistema abierto en un sistema vivo, finito y cerrado, con un flujo de energía constante desde y hacia fuera de él, que le permite reproducir la vida del mismo; el problema, totalmente distinto al de la economía tradicional, se reduce a intentar responder cuál es el tamaño que puede y debe tener este subsistema, la economía, para mantener el equilibrio entre la energía que requieren los distintos sectores del ecosistema (humano y no humano) para subsistir, reproducirse, y por ende, reproducir la vida?

Como lo plantea Daly, quizá el mejor indicador del tamaño que este puede tener sea el valor máximo posible de la apropiación por parte del sector humano, del producto neto primario de la fotosíntesis, que es la cantidad de energía solar capturada por todos aquellos organismos capaces de fotosintetizar, menos lo que estos organismos necesitan para su propia conservación y reproducción. Es decir, la cantidad de energía viva del sol que se encuentra disponible para todas las demás especies que no son capaces de fotosintetizar.

Esta apropiación de energía por parte del sector humano se presenta directamente en forma de alimentos, combustibles, maderas, materiales de construcción y fibras, etc. o indirectamente al disminuir la capacidad fotosintética de un ecosistema por obra de las intervenciones humanas directas, tales como la construcción de edificios, la pavimentación de suelos, la deforestación y la extracción de recursos no humanos no renovables; e indirectas como la desertificación o la intervención del ciclo hidrológico o geomorfológico en las cuencas en donde se asientan los sistemas urbanos o por la destrucción de los recursos naturales que prestan o representan servicios ambientales vitales para el ecosistema.

Este simple razonamiento nos puede llevar a concluir que efectivamente la economía no puede mantener un índice de crecimiento sostenido sin cambiar drásticamente los patrones de consumo, por cuanto se corre el riesgo real de que la apropiación de energía (tanto directa como indirectamente) por parte del sector humano llegara a ser tan alta, que pudiera poner en juego la supervivencia del sistema.

Esto es válido sin duda, a la hora de analizar la imagen objetivo de una ciudad sustentable y las políticas de vivienda que en ella se implementan, ya que la escala humana que en ella se da, que equivale al producto entre el número de habitantes y el uso de recursos o nivel de apropiación de energía por habitante, debiera estar íntimamente ligada y en relación adecuada a la capacidad del ecosistema en el que se ubica para satisfacer las necesidades de sus habitantes sin riesgo alguno de desaparecer o de poner en riesgo de colapso ambiental al ecosistema que lo acoge.

Es lógico llamar la atención entonces sobre el hecho de que la inequidad existente en el acceso a los bienes y servicios, tanto económicos como ambientales, así como la inequidad en los niveles de consumo se traducen bajo este marco de análisis en una inequidad en los porcentajes y las formas de apropiación de la energía del ecosistema que las distintas clases sociales llevan a cabo y que esta inequidad se expresa fundamentalmente en la gran segregación espacial y política que en la ciudad actual existe.

De ahí la importancia de cómo las viviendas sociales se insertan dentro de la trama urbana y en como sus habitantes son integrados o quedan excluidos del resto de la vida cotidiana.

Cabe preguntarse entonces si los análisis que invitan a un mayor y sostenido crecimiento de la economía para combatir la pobreza mediante la política del chorreo, son viables para lograr un desarrollo sustentable, sobretodo si tomamos en cuenta que la pobreza ha demostrado ser bastante más sustentable que la riqueza, puesto que sus niveles de consumo y de contaminación son insignificantes comparados con los de otros sectores de la población.

Basta comparar la cantidad de deshechos emanados de un familia promedio en la comuna de Las Condes con la cantidad de deshechos generados por una familia promedio en la comuna de Pudahuel o La Pintana. De la misma manera bastaría con comparar los consumos de agua, electricidad y gas en ambas realidades para ver si es sustentable pensar en elevar el consumo para superar a pobreza.

Cabe preguntarse también si la forma en cómo hoy se están pensando nuestras ciudades, si la forma en cómo se está planificando, si es que alguien en realidad lo está haciendo, y cómo se están insertando las mal llamadas "soluciones habitacionales" de interés social en ella; toma en consideración estos planteamientos, que son absolutamente válidos para la gestión territorial, o si sólo se insiste en el mercado como el mejor asignador y distribuidor de los recursos existentes, lo que sólo permite el cambio dentro de la continuidad.

Todo lo expuesto demuestra la aberración que significa ligar el término DS exclusivamente a la eliminación de la pobreza, sin una limitación real de la escala humana en su conjunto y del ritmo depredatorio que la riqueza significa; en síntesis, sin una planificación que vaya más allá de las respuestas puntuales de la planificación tradicional.

Por lo demás, el sistema del libre mercado que sueña con ser el óptimo para la asignación de los recursos sólo combatirá la escasez con su formula de siempre, el manejo de los precios. A menor energía disponible (alimentos, agua, madera, etc.) mayor el costo de la misma. A mayor contaminación, mayor costo de producción. Prueba de ellos son las alzas en las tarifas de los servicios privatizados que, a pesar de haber disminuido sus costos de producción, tanto por la vía de los despidos como por la incorporación de nueva tecnología, han incrementado el valor de sus productos y servicios, debido a la creciente escasez de los recursos naturales comprometidos en su elaboración.

Esta creciente escasez a la que inevitablemente lleva la economía de libre mercado con su constante expansión del capital construido por sobre el capital natural, con el objetivo de avanzar por el camino de la acumulación capitalista y de la tendencia al monopolio, es compensada, según el modelo, con las mismas leyes del mercado, como si el remedio a los problemas pudiera llegar desde donde nace la enfermedad.

Se invita al sistema productivo a asumir entonces los costos de las externalidades negativas y del impacto ambiental incluyéndolos en los costos de producción, con impuestos y gravámenes que supuestamente el Estado o la propia empresa debiera invertir en el Medio Ambiente, costos que finalmente son traspasados a los consumidores. Es la nueva pero no novedosa consigna del que contamina paga. Como si el dinero fuera un sustituto real de la naturaleza y de su ciclo vital.

En dicho enfoque, quién posee capital, podrá contaminar y comprar la energía disponible a sus anchas sin importar lo que para el ecosistema esto signifique, y por ende, mientras más energía disponible vaya incorporándose a nuestro control, menos quedará bajo el control espontáneo y cíclico de la naturaleza. En este contexto las viviendas sociales podrán seguir instalándose en la periferia de la ciudad, depredando suelos agrícolas, alterando significativamente el ciclo hidrológico de las cuencas en donde se ubican, destruyendo los servicios ambientales asociados a la naturaleza y a los corredores naturales, alterando también significativamente la temperatura de la Isla térmica que constituye la ciudad y dañando severamente la capa vegetal del ecosistema y su capacidad para mitigar los efectos nefastos de la extensión de la selva de cemento sobre los verdes suelos de las cuencas naturales.

Resulta claro entonces que, desde el punto de vista de la Economía Ecológica, el Desarrollo Sustentable exige que el tamaño de la economía, es decir, la escala del sector humano, se encuentre dentro del rango de la capacidad de sustentación del ecosistema global. Por lo mismo el DS es un desarrollo que no necesariamente implica crecimiento, entendiendo el crecimiento como cuantitativo e implica un aumento de tamaño por adición de materiales y el desarrollo significa expansión o realización de potencialidades, alcanzando gradualmente un estado mejor, mayor o más pleno, es decir, un aumento cualitativo y que no necesariamente implicaría un crecimiento.

Esto convierte en inaceptable el argumento que supone que el capital construido es sustituto del capital natural, argumento que desde la economía clásica ha servido para combatir cualquier supuesta restricción a la explotación del capital natural, sin entender que el agotamiento del segundo implica también la desvalorización del primero.

Los aserraderos carecen de valor cuando no tienen bosques, tal como las refinerías carecerán de valor en el momento en que el petróleo escasee y los barcos pesqueros buscarán otro destino si no existen peces.

Todo esto, sin contar los costos que para la humanidad posee el agotamiento de la capa de ozono, la lluvia ácida, el efecto invernadero, el calentamiento legal y otros que son difíciles de evaluar econométricamente desde el punto de vista ambiental, lo que siempre dará la posibilidad a algunos investigadores neoliberales de negar la causalidad del tamaño urbano y los problemas urbanos, por falta de méritos.

"Así las cosas, los principios generales que aparecen como necesarios para la implementación de un Desarrollo sustentable partiendo de Daly e incorporando algunas ideas propias, son los siguientes:

El objetivo Central del Desarrollo Sustentable, debe ser la satisfacción de las necesidades de todas aquellas especies que cohabitan el ecosistema, extendiendo la ética, entendida como aquellas consideraciones surgidas desde la sociedad para regular las relaciones entre los seres humanos y de estos con la sociedad, al ámbito de la relación de estos, los seres humanos, con el espacio físico en donde habitan y con el resto de la naturaleza.

Se debe realizar un análisis lo más multivariable posible considerando la complejidad y el dinamismo espacial, temporal y sociocultural para intentar encontrar respuestas sustentables a los conflictos ambientales, entendidos estos como todo el arco de los conflictos que se dan en un medio ambiente determinado, incluidos los socioculturales.

El principio central es la limitación de la escala humana a un nivel que, sin ser óptimo, al menos se encuentre dentro de la capacidad de sustentación del ecosistema global, lo que implica que la superación de la pobreza debe basarse principalmente en la redistribución de la riqueza, para luego pasar al incremento sustentable de los niveles de consumo general de la población.

El progreso tecnológico para el Desarrollo Sustentable debiera preocuparse de aumentar la eficiencia y no el tamaño del transflujo, es decir debe invertirse en nuevas tecnologías que aumenten el rendimiento del proceso productivo, poniendo énfasis en la eficiencia y no en la eficacia del mismo.

Las tasas de extracción de los recursos renovables no debieran superar las de regeneración de los mismos y los desechos no deberían superar la capacidad de asimilación del ecosistema.

Los recursos no renovables sólo podrían ser explotables en la medida de la creación de sustitutos de carácter renovables."

Seguramente es que estos aspectos tampoco son suficientes por sí solos y que faltan otros por considerar para alcanzar realmente estándares de vida que puedan considerarse sustentables, como son los temas de justicia e igualdad, de democracia política y económica, de género, de minorías étnicas, de respeto a la diversidad, el tema de las densidades ideales de nuestras ciudades y sobretodo la aplicación de estos principios a las políticas de desarrollo urbano, de suelo y habitacionales existentes.

En síntesis podría decirse que el desafío del desarrollo sustentable, como lo muestra la figura Nº 2, es convertirse en el mínimo común denominador del pensamiento contemporáneo para guiar las acciones de los actores sociales, tanto públicos como privados por un camino capaz de equilibrar de manera adecuada el desarrollo económico necesario para la satisfacción de las necesidades tanto humanas como no humanas, junto al desarrollo ecológico necesario para mantener y conservar el medio ambiente en donde estas actividades económicas se dan y por último, junto al desarrollo comunitario necesario para mantener la verdadera gobernabilidad democrática basada en la justicia y la equidad.

Figura 2


Consecuentemente, podría decirse que los componentes indispensables del Desarrollo Sustentable deberían considerar al menos, la perspectiva medioambiental, la social y la económica con sus respectivas preocupaciones. Así en la perspectiva medioambiental o ecológica debería incluirse la necesidad de minimizar el uso de recursos no renovables restringiéndolo al estrictamente necesario, promoviendo un uso sustentable de los recursos naturales renovables y manteniendo la actividad no natural dentro de las capacidades de absorción y reciclaje de los sistemas naturales.

De la misma manera la perspectiva económica debiera considerar la necesidad de aumentar la productividad para poder satisfacer las necesidades de una población siempre creciente, junto a la necesidad de desarrollar una fuerte inversión en ciencia y tecnología para aumentar la eficiencia del aparato productivo.

Por último, la perspectiva social debiera considerar un acceso igualitario a una adecuada sobre vivencia junto a la opción de poder elegir libremente la forma de vida a la que se aspira, con adecuados niveles de participación en la toma de decisiones comunitarias y con un acceso a una adecuada vivienda en un medioambiente sano y estable.