7.24.2006

BOLIVIA, CHILE Y EL MAR.

En estos días hemos visto a la mayoría de los políticos partidarios del sistema, expresar su compromiso cínico con la soberanía nacional, negándose tajantemente a ceder territorio con soberanía para una salida al mar a nuestros hermanos bolivianos, luego de que el gobierno incorporara el tema marítimo en la agenda sin exclusiones acordada con el gobierno de cicho país.

Me parece necesario, por lo mismo, desenmascarar la hipocresía y el doble estándar de quienes abogan por defender o respetar la soberanía como excusa para no abrirse a negociar una solución mutuamente satisfactoria con los bolivianos mientras en nada les molesta que las empresas transnacionales saqueen nuestro territorio apropiándose de nuestros recursos naturales y destruyendo nuestro medio ambiente con toda la pérdida de capital natural que eso conlleva. Sobretodo me molesta que traten de explotar un sentimiento nacionalista acusando de antipatriotas a quienes estamos dispuestos a entregar mar a Bolivia olvidando que cuando los patriotas en Chile luchábamos por el retorno de la democracia y la libertad para nuestro país, ellos estaban poniéndole ruedas para venderlo al capital extranjero y repartiéndose lo que quedaba para asegurar el control económico de Chile hacia el futuro.

De la misma manera, resulta contradictorio, al menos, escuchar a algunos que se dicen partidarios de la integración de las economías y de la desaparición de las fronteras para el capital, negándose a tomar decisiones que favorezcan la integración de los pueblos como una forma de impedir que los mismos avancen hacia una relación más estrecha, no solo de integración económica sino también social y política marcada por la cooperación y respeto a los sueños compartidos.

Las excusas para negarse a hablar con Bolivia van desde lo más autoritario, como en el caso de la UDI que haciendo gala de la dictadura cultural que aun promueven algunos sectores en nuestro país, afirman que hay cosas en la vida sobre las cuales no se discute, hasta el respeto irrestricto a los tratados firmados, por parte de quienes con una posición menos dogmática insisten en negarse a la única solución que puede permitir aprovechar todas las sinergias y oportunidades que la integración regional puede significar para nuestro país.

De hecho parece necesario recordar que los Tratados entre países representan los sentimientos de los pueblos y de sus gobiernos en un determinado momento histórico, por lo que nadie puede pretender que un tratado que fue firmado a raíz de una guerra entre pueblos hermanos cuando el estado nacional en América Latina venía recién consolidándose y buscando fortalecerse, pueda representar los intereses y los sueños de los mismos pueblos, cuando la realidad actual habla de un mundo en constante cambio, mucho más competitivo y que demanda la conformación de bloques regionales cada vez más integrados para poder subsistir en un mundo global.

Por lo anterior es que me parece imprescindible hacer un llamado a todos mis compatriotas a entender que podemos satisfacer las legítimas aspiraciones bolivianas en una negociación mutuamente beneficiosa que incluya, por ejemplo, canje de territorios soberanos equivalentes más adquisición a precios preferenciales de gas y recursos energéticos, más libre uso de las aguas bolivianas para nuestro norte que tanta necesidad tiene de agua y cada día se seca más a raíz de la explotación de los recursos hídricos por parte de las mineras nacionales y extranjeras.

Por último deseo terminar saludando la actitud del gobierno de Chile al haber incluido la discusión sobre las aspiraciones bolivianas en esta nueva agenda sin exclusiones y al mismo tiempo, haciendo un llamado a perder el miedo e impedir que el temor se siga consolidando como el poder detrás del poder porque en chile también habemos quienes soñamos con una salida al mar para Bolivia y somos tan chilenos y tan patriotas como cualquiera y soñamos con avanzar hacia la integración latinoamericana como única vía para consolidar un camino independiente y soberano hacia el desarrollo de nuestra región, que ponga los sueños, las expectativas y las necesidades de los pueblos de latinoamerica por sobre la inmovilidad que esconde la estabilidad que solo es útil a la confianza y las utilidades del capital transnacional en nuestros países y que tanto costo ha tenido en 30 años de neoliberalismo para nuestros pueblos.

7.20.2006

VIVIENDA SOCIAL EN CHILE:ENTRE LA REALIDAD Y EL MITO.

Hace años que las políticas de vivienda social de nuestro país son presentadas como modelo en todo el mundo por el éxito que han obtenido en la disminución del déficit habitacional. Esta visión exitista ha sido propagada desde esferas de gobierno que con la vista puesta en las campañas electorales han conceptualizando las viviendas sociales como objetos casa, es decir, como una cantidad mínima de metros cuadrados orientados a satisfacer, fundamentalmente, el sueño cultural de la casa propia, sin lograr comprender el impacto que este espacio vital posee para la vida de las personas.

Por otro lado, ostentamos también el record de las viviendas sociales más baratas del mundo, lo que se ha logrado anulando la responsabilidad del estado en este tema y traspasando a los privados la ejecución y la responsabilidad de su ubicación en la trama urbana, con una baja significativa en la calidad de las mismas y ubicándolas en zonas periféricas, cuyo valor es solo compatible con los intereses de las constructoras que han hecho enormes utilidades a costa del ahorro, de los sueños y las expectativas de los más pobres de nuestra sociedad.

Una muestra dramática de aquello es el caso de las casas inconclusas entregadas en la ciudad de Calama, sin agua ni luz eléctrica, o las viviendas construidas en las cercanías de la planta de tratamiento de aguas servidas en la misma ciudad, o las casetas sanitarias entregadas en el sur, o aquellas que han debido ser demolidas en otras partes del país porque no resistieron siquiera, la primera lluvia luego de su entrega.

Esta cruda realidad, asistida por las fuerzas de la naturaleza, nos recuerda el verdadero lugar que ocupan las políticas de vivienda en nuestro país, desde la dictadura militar hasta nuestros días y nos llaman de manera urgente a no seguir por el mismo camino. Casas de nylon, casas chubi, casas enanas y otros apelativos peores muestran los verdaderos resultados de estas políticas que si bien han logrado disminuir el déficit, no han logrado atender las reales necesidades del habitar y han generado problemas sociales mucho más complejos y difíciles de resolver.

La vivienda debe ser entendida como un espacio, que incluye el entorno físico, social y ambiental; en el cual se desarrolla lo esencial de la vida, incluidas las relaciones sociales y la autorrealización de las personas. En síntesis, la vivienda debe ser asumida como el lugar privilegiado que condensa como en el mejor de los resúmenes lo esencial de la vida.

Pocos comprenden, por ejemplo, que la conformación de extensos y lejanos barrios construidos a partir de programas de vivienda social, homogéneos en sus características socioeconómicas y culturales, ha generado una especie de islas de pobreza en donde los problemas urbanos y sociales se agudizan generando una percepción desesperanzadora acerca del futuro, lo que se ha convertido en tierra fértil para el surgimiento de comportamientos fuera de norma y delincuencia, generando la creciente sensación de inseguridad ciudadana, tan de moda en nuestros días.

Problemas como el desempleo, la drogadicción, el alcoholismo, la deserción escolar, el embarazo adolescente y la desvinculación del resto de la sociedad, junto a la falta de equipamiento básico como salud y educación, el hacinamiento y la falta de privacidad al interior de la vivienda más la carencia casi absoluta de servicios ambientales capaces de mitigar los efectos de la contaminación y de la sobreexplotación de los territorios que acogen a nuestras ciudades, han contribuido a generar una nueva forma de exclusión social que agudiza la situación de desamparo y dificulta las posibilidades de abandonar el círculo de la pobreza.

Todo esto ha convertido las viviendas sociales en productos desechables que desde el minuto de su entrega pasan a engrosar el parque de viviendas deficitarias, generando un desarrollo urbano y habitacional a todas luces no sustentable, puesto que invierte una cantidad tremenda de recursos en acciones que no solo no logran solucionar los problemas para los cuales fueron diseñadas sino que además generan otros, mucho más difíciles de resolver.

De ahí que sea imprescindible ligar las políticas de vivienda a políticas de inclusión social que incorporen el acceso al trabajo, a la salud, a la educación, al esparcimiento y a la cultura, al deporte, a las áreas verdes y a los servicios ambientales necesarios para un buen vivir.

Se hace necesario por último, incluir en las políticas habitacionales criterios de selección de sitios y de diseños urbano que permitan incorporar temas como el cuidado y la protección del medio ambiente y el manejo de los territorios, para evitar que se repitan los tristes episodios de los últimos años, caracterizados por la ubicación de proyectos de viviendas en sectores inhábiles o de riesgo, absolutamente inapropiados para la vida humana, lo que ha devenido en pérdidas millonarias de recursos del estado desperdiciados en reparaciones de calles, viviendas e infraestructura básica, cuando no en la demolición de las mismas.

Por lo mismo es que aparece como urgente que el estado reasuma su responsabilidad en la producción de viviendas sociales sustentables porque claramente estas no pueden seguir siendo solo un buen negocio.


EL NUEVO PLAN DE DESCONTAMIANCION DE LA INTENDENCIA.

La intendencia de la región metropolitana acaba de presentar un decálogo de conductas ciudadanas para descontaminar santiago con el objeto de lograr el compromiso de la ciudadanía con le objetivo del plan de descontaminación.

Ahora bien, llama a atención que la intendencia no tenga un decálogo para sus propias actuaciones y que ante la evidencia de la necesidad imperiosa de un cambio de modelo de crecimiento urbano prefieran traspasar la responsabilidad a la ciudadanía ue claramente no es responsable de la política de suelo ni de las políticas habitacionales que tienen un impacto significativo en los problemas ambientales de nuestra capital.

Se pide a la gente que se abstenga de fumar pero nada se dice de intervenir el territorio para disminuir los viajes que los habitantes de la metrópoli están obligados a realizar para ir en búsqueda de trabajo, educación y servicios básicos, que es la mayor fuente de contaminación por polvo en suspensión.

Se recomienda humedecer el suelo antes de barrer pero nada se dice de la necesidad de detener el crecimiento en extensión de la ciudad que arrasa suelos necesarios para la infiltración de las aguas lluvias y los reemplaza por cemento aumentando las escorrentías superficiales y con ello las inundaciones los anegamientos de calles.

Se llama aplantar un árbol mientras se aprueban planes reguladores cuyo único objetivo es generar buenos negocios para las inmobiliarias que están arrasando con los árboles de las casas antiguas de todas las ciudades destruyendo un patrimonio ambiental irrecuperable y sin ninguna política de generación de nuevas áreas verdes que reemplacen a las que desaparecen.

Se llama a cuidar las áreas verdes mientras se arrasan con los suelos agrícolas para instalar viviendas sociales en la periferia urbana dejando sin ejecutar las áreas verdes que la ley exige a quienes ejecutan los conjuntos y que terminan siendo áreas cafés porque las municipalidades tampoco tienen recursos para hacerse cargo de las externalidades negativas de los lucrativos negocios de los privados.

La verdad, esta iniciativa de la intendencia recuerda ese chiste en donde un negro conversaba con un blanco y le decía:

Ustedes si que son especiales: cuando les da frío se ponen morados; cuando les da calor, se ponen colorados; si se queman al sol se ponen rojos primero y después café, y si se enferman se ponen amarillos y más encima nos dicen a nosotros: hombres de color.

Esta claro que mientras sigamos con medidas parches y sin hacernos cargo de los problemas de fondo que definen la contaminación seguiremos cada años con más emergencias y preemergencias ambientales con más niños y ancianos enfermos y gastando una enormidad de dinero de todos los chilenos en tratar de solucionar problemas que la falta de políticas serias causan por la ineptitud de nuestros gobernantes.

7.13.2006

HIPOCRESIA GENERAL, PROBLEMA NACIONAL.

Que los bolivianos liguen el tema del gas a la tan ansiada salida al mar para Bolivia molesta a gran parte de los chilenos. Que traten que Argentina no nos venda Gas a Chile para potenciar su poder negociador provoca indignación. Que los argentinos decidan cortar o disminuir sus envíos de gas a nuestro país, lo mismo. Que los bolivianos nacionalicen sus hidrocarburos y los ferrocarriles generan reacciones en el gobierno, que incluso llegan a expresar preocupación por el camino que han tomado las autoridades de ese país. Que los argentinos nos suban el valor de las bencinas y del gas irrita a todos y muchos comienzan a hablar de las actitudes que no favorecen la integración como si ellas solo estuvieran en nuestros vecinos.

La incoherencia y la hipocresía en algunos casos parecen haberse apoderado de los chilenos y chilenas por estos días. Se olvidan de que el 90% de nuestros compatriotas dicen ser partidarios del libre mercado, o la menos eso dicen los resultados electorales, y parece que nadie ha reparado que en el sistema de libre mercado al cual la mayoría adscribe (y me felicito de no contarme entre ellos), todo es mercancía y el que vende, decide cuando y como vende, pone el precio y las condiciones de venta y el que compra solo decide si quiere comprar o no. Este es el mundo que la mayoría en mi país, por ahora, ha elegido.

En este contexto parece ser que el gas de los bolivianos y argentinos efectivamente pertenece a ellos y pueden y les asiste el derecho de ponerle el precio que ellos estimen justo y las condiciones de venta que les parezcan adecuadas a la defensa de sus intereses.

Lo mismo pasa con el gobierno argentino. O acaso alguien se olvida cuando Codelco decidió guardar toneladas de cobre listo para vender con el objeto de subir el valor en el mercado internacional, buscando mayores recursos para nuestro país. Claro está que esa medida favoreció más a las multinacionales que a nuestro pueblo porque en nuestro país al gobierno le interesa más la confianza de los inversionistas extranjeros, los equilibrios macroeconómicos y la regla del superávit fiscal que el destino y la calidad de vida de sus ciudadanos…pero esa es una opción validada por el apoyo que este sistema y la coalición gobernante, parece que tienen.

A mí, en cambio, me encantaría que nuestro país le aplicara un royalty de verdad a la extracción de recursos naturales no renovables, encareciendo su precio a los compradores extranjeros y a los operadores transnacionales. Me encantaría además que esos recursos fueran utilizados para entregar casas dignas a nuestros compatriotas más pobres, por ejemplo, y educación de calidad a nuestros jóvenes. Me encantaría que el sistema de salud incorporar de manera más importante el tema de la salud mental y dotara a todas las comunas de sistemas efectivos para combatir algunas enfermedades mentales que provocan estragos en la calidad de vida y que e algunas ciudades han generado importantes cifras de suicidios juveniles. Me encantaría, por último, y lo encontraría de toda justicia, que los empresarios transnacionales pagarán a las trabajadoras y los trabajadores chilenos lo mismo que pagarían en su país a los trabajadores de allá. Claro está que eso eliminaría la iversión extranjera que viene a producir a Chile solo porque aquí le sale más barato hacerlo porque pagan peores sueldos y no cuidan el medioambiente

Pero eso en mi país no es una posibilidad. La globalización ha amarrado de manos a nuestros gobiernos con la complacencia de nosotros mismos. Y ahora, ya no pueden tomar decisiones soberanas a favor de nuestro pueblo sin tomar en consideración los verdaderos dueños de las riquezas de nuestro país, los inversionistas extranjeros.

Hablamos de integración regional cuando nos conviene y buscamos privilegios, pero no cuando optamos por privilegia os tratados bilaterales con países lejanos y no con nuestros vecinos. Hablamos de integración pero preferimos subordinarnos a la política norteamericana y no hacer causa común con nuestros hermanos latinoamericanos que se han levantado en contra de las políticas neoliberales. Hablamos de integración pero cuando hay que buscar una explicación ala delincuencia y al desempleo, buscamos rápidamente entre los inmigrantes para expiar las culpas del sistema y seguir adelante sin que nada cambie de verdad. Al mismo tiempo, tratamos a los profesionales extranjeros con particular dureza si cometen algún error que cuando lo comete un con nacional, pasa desapercibido. Intentamos cerrar las fronteras y ejercer un mayor control al movimiento de la fuerza de trabajo y sin embargo le abrimos la puerta y defendemos la completa libertad de movimiento a los capitales transnacionales.

Tratamos de atacar los síntomas sin comprender las causas. Quizá algunas de las medidas de los gobiernos de nuestros vecinos no me gustan y seguramente tendrán algún impacto en mi vida diaria Quizá encarezcan un poco mi vida. Pero saludo a todos los gobiernos que son capaces de tomar decisiones en favor de sus pueblos poniendo las necesidades de los postergados de siempre por sobre la consideraciones de os inversionistas extranjeros y de un modelo de apertura unilateral impuesto a la fuerza por quienes siguen protegiendo a sus industrias y a sus pueblos sin importar lo que pase con los otros.

Para avanzar hacia una verdadera integración regional debe establecerse un intercambio justo que repare las desigualdades generadas por siglos de desarrollo desigual en virtud de la usurpación de nuestros recursos naturales que han financiado desde hace siglos el desarrollo industrial de primer mundo. Para avanzar en una verdadera integración deberemos tomar como propias las expectativas de nuestros vecinos y buscar formas para realizar intercambios en donde todos ganen y los beneficios sean fundamentalmente para los pueblos. La integración de las economías no siempre tiene que ver con la integración de los pueblos y es ésta la que debe guiar nuestros actos y nuestras reacciones a las medidas legítimas que tomen los otros gobiernos, sin importar si nos gusten o no. En ese contexto avanzan algunas naciones de nuestro continente y me alegro profundamente que así sea.

El otro camino es seguir actuando de manera hipócrita y hablando de integración solo cuando esta favorece a nuestros intereses. Es seguir echando la culpa de nuestros problemas a nuestros vecinos y continuar desarrollando un nacionalismo chovinista y ciego que es incapaz de atender las causas reales de los problemas y se contenta simplemente con mirar lo que desea ver. Nunca hay que olvidar que el hecho de que nuestros gobiernos nunca tomen medidas a favor de nuestro pueblo que puedan afectar a los intereses de otros actores extranjeros es un problema que solo corresponde a nosotros con nuestro voto solucionar. Y para exigir actos favorables a la integración, tengo la percepción que deberemos hacer gestos, primero, nosotros.

7.10.2006

ISRAEL O LA ESQUIZOFRENIA COLECTIVA.

Por estos días el pueblo palestino vuelve a ser objeto de una de las demostraciones más bárbaras de la civilización contemporánea. Amparados en la hipocresía colectiva de algunos de los gobiernos mundiales y haciendo uso de la supremacía militar, de su alianza con los poderes mundiales y de su auto percepción de que han sido elegidos por algún dios para desarrollar un plan en la tierra del cual los únicos beneficiarios son ellos, los israelíes arrasan con todo, asesinan niños y civiles inocentes, destruyen viviendas completas de familiares de los miembros de la resistencia palestina y la infraestructura básica de poblados completos como castigo colectivo a un pueblo cuyo único delito es resistir una ocupación ilegal que dura ya casi 40 años.

Como si esto fuera poco hacen prisioneros a los miembros del gobierno y del legislativo palestino y tienen la desfachatez de acusarlos a ellos de terrorismo y exigirles que reconozcan el derecho a existir de Israel, antes de dialogar. Pero …quién debe reconocer a quién. Los palestinos no han bombardeado la sede del gobierno Israelí ni han tomado prisioneros a sus legisladores. No ocupan territorio de ese país ni torturan, ni matan a sus, ciudadanos, pero este mundo parece estar loco y al parecer, vive al revés.

Si hoy yo desapareciera por unos cuarenta días y al cabo de ello retornara a donde mis seres queridos, amigos, amigas y les planteara a ellos y a la sociedad toda, que he vivido una revelación de un nuevo dios, que sí es el verdadero y que este me ha prometido para mi y para mis descendientes, debido a mi lealtad y en desmedro de quienes la habitan hoy, una tierra estratégicamente ubicada, con excelentes proyecciones económicas y que resulta atractiva para gran parte de la humanidad, seguramente me tildarían de loco y no pocos de quienes me rodean se reirían en mi cara de mis falsas pretensiones.

Sin embargo, en virtud de la libertad de pensamiento y la tolerancia que, se dice, existe en el mundo contemporáneo, nadie haría nada por cambiar mi forma de pensar, ya que cada cual puede creer en lo que quiere y vivir según eso mientras no dañe ni atente contra los derechos esenciales de los otros.

Ahora bien, si además de asegurar que dicho dios me ha regalado una tierra en donde no vivo, asegurara yo que el mismo dios me ha instruido que vaya a ella con aquellos a quienes logre convencer de esta prometedora empresa y mate a todos y todas quienes viven en ella y decidan interponerse en mi camino hacia la realización del plan divino encomendado, que destruya sus casas y caminos, que viole a sus mujeres y niños, que sepulte su historia y elimine del mapa sus escuelas y la infraestructura que poseen para satisfacer sus necesidades básicas. Si, en definitiva, planteara a mis seguidores que el hecho de haber sido elegido con mis familiares y amigos por ese dios, para habitar esa tierra prometida, me da el derecho, sagrado por cierto, para aniquilar y destruir, violar y aterrorizar, humillar y violar a todos y todas quienes habiten ese territorio y decidan resistir mi invasión… no solo mis amigos sino que la sociedad en la que vivo, seguramente, intentaría aislarme y someterme a un tratamiento médico para que tratase de recuperar la cordura.

Pero si esto no fuera posible, seguramente me encerrarían en algún centro de rehabilitación para proteger a la sociedad del peligro que mi ideología reviste para la seguridad y los derechos de las personas, sin descontar a más de alguno que preferiría eliminarme por considerarme un peligro demasiado letal para la sociedad.

Ahora, si por ventura antes de ser detenido, algunas y algunos ciudadanos de este mundo me creyeran, ya fuera por indiferencia o por simple ignorancia, y lograra yo conformar una organización poderosa para llevar a cabo mis deseos y los de mi dios y para ello me aliara con los países más poderosos del mundo, que se interesarían por mi negocio, con la mira puesta en los beneficios que el control de dicho territorio pudiera significarles y desarrollara una invasión despiadada y arrasara con todo, con la complacencia y el silencio cómplice de los gobiernos del mundo, si todo eso pasara, nos encontraríamos con un caso similar, por no decir idéntico, al del Israel de hoy.

Claro está, seguramente nos encontraríamos con la resistencia de ese pueblo que desarrollaría todas las formas de lucha para enfrentar a esta demostración de soberbia y fuerza descontrolada en virtud de un engaño original que solo es comparable con la esquizofrenia. Pero yo y mis aliados habríamos desarrollado toda una maquinaria de desinformación mundial que sería capaz de acallar cualquier intento de la sociedad por llevar la verdad al mundo entero y podría yo seguir actuando en la más completa inmunidad.

Por supuesto, este engaño daría pauta para el surgimiento de otros engaños similares y más de alguien podría llegar a pensar que bienaventurados son los pobres y que tienen hambre y sed de justicia y que ellos serán beneficiados o saciados después de muertos si creen en otros dioses y aceptan con resignación su suerte en este mundo de locos; y otros llegarían a plantear que alguna guerra, por justa que pueda parecer, pudiera llegar a ser santa y que pueden haber bombardeos humanitarios y que las vidas humanas perdidas pueden llegar a ser daños colaterales o errores no intencionados.

Claro está, la esquizofrenia es una de las enfermedades mentales más serias que hoy conocemos y ocasiona una gran perturbación en las relaciones sociales de las personas que la sufren. Tiene tendencia a evolucionar hacia la cronicidad y no existe un tratamiento curativo en la actualidad, lográndose únicamente una remisión de los síntomas con el uso de antipsicóticos. Claramente hace 5000, 2006 y 1400 años, nadie la conocía y parece que la tardanza en descubrirla nos tiene prisioneros de una de las páginas más negras de la historia de la humanidad.
Los relatos que elaboran quienes padecen esta enfermedad pueden no ser confiables porque se detectan incongruencias que nadie es capaz de aclarar y en el curso de pensamiento pueden encontrarse las clásicas disgregaciones que son el resultado de incoherencias en las ideas. En el contenido del pensamiento se encuentran las ideas delirantes, que pueden ser de tipo paranoide, místico, religioso, de grandeza, de influencia extraña, de despersonalización o de desrealización.
Pero lo más dramático es cuando la esquizofrenia comienza a apoderarse de parte importante de una sociedad que cree que la injusticia termina siendo lo justo y comienza lo sano a parecer enfermo y disruptivo mientras lo enfermo, comienza a establecerse como lo sano y lo normal.

Hoy vemos a una sociedad completa que está enferma de odio y cegada por una ideología que ha provocado tal alteración de la realidad en sus entrañas y en sus cabezas; que violando a diario los más elementales derechos humanos del pueblo palestino sobre el cual han edificado su proyecto, supuestamente divino, se sienten víctimas.

Hoy asistimos a un discurso absolutamente esquizofrénico que ha reinventado la historia poniendo el inicio de la misma en el lugar que a ellos acomoda para justificar lo injustificable. Tratando de convencer al mundo que el culpable de todo es el terrorismo palestino y no una ocupación ilegal que dura más de 40 años y que ha mostrado un desprecio absoluto por el derecho internacional y por los más básicos derechos humanos y sin embargo, se sienten víctimas.

Hoy asistimos también a una comunidad universal que grita y rechaza tajantemente los atentados suicidas de los palestinos o el discurso fundamentalista de algunos musulmanes, o el programa nuclear de norcorea y de Iran pero que aplaude y tolera de manera cómplice los asesinatos de familias enteras y el castigo colectivo sobre un pueblo completo solo porque algunos de sus miembros han decidido resistir una injusticia sin igual en la historia contemporánea, solo comparable con el apharteid sudafricano o con el nazismo que bajo premisas similares a las utilizadas por los israelíes se arrogó el derecho de matar a los antepasados de los criminales de hoy.

Esa misma comunidad no hace nada cuando los países poderosos y algunos otros como Israel desarrollan sus armas de destrucción masiva, cuando mienten y cuando se arrogan el derecho a juzgar al mundo entero desde sus cómodos escritorios, en nombre de dios, algunas vírgenes y la libertad.

Claro está que mientras esta situación de esquizofrenia colectiva y este apego a dioses y discursos ideológicos continué como mínimo común denominador del pensamiento contemporáneo; mientras sigamos creyendo que la injustita es un regalo divino o que la guerra puede ser santa; no habrá posibilidad de hablar de paz justa y duradera ni en Palestina ni en cualquier parte del mundo, pues condición sine qua non para ella será que los pueblos abandonen esos discursos que en 5000 años de historia solo han generado muerte y destrucción. Mientras alguien crea que algún dios puede haber puesto los bienes en la tierra solo para un puñado de hombres y mujeres mientras los otros se debaten entre la pobreza, la desesperanza y la miseria no serán posibles ni las patrias inclusivas ni los mundos mejores para todos y para todas.

Mientras perdure la incapacidad de entendernos y mirarnos como iguales, depositarios del mismo derecho a vivir en paz, en la tierra que nos vio nacer a nosotros y a nuestros padres y mientras sigamos educando a las futuras generaciones en la mentira y en el dio hacia lo distinto, como una forma de ignorancia que provoca temor y que convierte a este mismo temor en el poder detrás del poder, seguiremos esperando quizá 5000 años más de enfrentamientos económicos expresados en forma de odios religiosos o falsas ideologías que se seguirán negando a ver las causas de los problemas mientras atienden rentablemente solo a los síntomas.