5.24.2006

LAGOS OTRA VEZ...

Las palabras dan para todo y uno puede decir lo que quiera sin arrugarse, incluso. Pero un mínimo de vergüenza es recomendable cuando se posee, acerca de lo que se va a decir, lo que en mi país se conoce como tejado de vidrio y eso es de lo que algunos y principalmente el ex presidente Ricardo Lagos tiene que aprender a cuidarse pues al parecer, el salir de la Moneda le ha privado de algo más que la banda presidencial y el poder que ella le otorgaba en virtud de su significado republicano. Desde su última aparición como presidente, se le han caído la mordaza y el discurso aprendido, que solo nos permitían escuchar eso de que “en este país las instituciones funcionan” y parece haber perdido también la memoria y la vergüenza.

De hecho hace ya días que no pierde ninguna oportunidad de quedarse callado y cada vez que abre su boca pierde, un poco, la calidad de estadista que algunos le reconocieron mientras gobernaba el país.

La última declaración que no dejó de sorprenderme y generarme un poco de risa y hasta rabia fue esa de los populismos financiables, haciendo alusión directa al presidente Chávez de Venezuela y a su Revolución Bolivariana, insinuando, de paso, que sin el petróleo, no sería posible tanta bonanza (La tercera, 28 de Abril de 2006).

Parece que Lagos olvidó que la mayoría de los logros macroeconómicos que pudo mostrar en los últimos años de su gobierno se debieron, sin duda, a los excedentes del cobre y no a una gestión preocupada de los pobres. Para nadie es desconocido que la brecha entre ricos y pobres se ha duplicado durante los gobiernos de la Concertación y que los grandes grupos económicos jamás tuvieron más utilidades que durante el gobierno de Lagos, llegando incluso a proclamarlo como el mejor presidente de la historia…. Para ellos. Mientras eso pasaba, las capas más desprotegidas se desplazaban en un constante vaivén entre el desempleo y el empleo precario, con grandes dificultades para satisfacer las necesidades propias y las de los suyos.

Es cierto, Chávez tiene petróleo, pero Lagos tuvo el Cobre. La diferencia está en que Lagos no optó por gastarlo en beneficio de su pueblo ni invertirlo en el país para reactivar la economía y sacar adelante a las Pymes que ofrecen el 80% del empleo y prefirió prepagar deudas y ahorrar los excedentes para generar confianza en los inversionistas nacionales y extranjeros, superando incluso la rígida y tozuda disciplina fiscal caracterizada por la regla del ahorro fiscal del 1% del PIB, impuesta por el mejor alumno de los maestros del Consenso de Washington.

Todo aquello, mientras el 15 % de los chilenos padres de familia se encontraban sin trabajo y la mayoría de las Pymes agonizaba gracias a la apertura tan fantástica y protectora de los intereses transnacionales que su gobierno promovió.

Para colmo, tratando de explicar las razones que dan surgimiento a estos populismos, el ex presidente de todos los chilenos planteó una brillante teoría: “El preludio a un fenómeno populista es el fracaso de una gestión que no ha sido capaz de adoptar políticas en beneficio de la mayoría. (La tercera, 28 de Abril de 2006)”.

No puedo estar más de acuerdo con tanta agudeza de análisis pero una duda me asalta y me deja preocupado: ¿Estará pensando Lagos en repostularse a la presidencia y encabezar un populismo radical en virtud del fracaso de la gestión de la Concertación que no ha sido capaz, en 16 años, de adoptar políticas en beneficio de las mayorías. Ya tiene al menos las buenas proyecciones del precio del cobre hacia el futuro, tiene además el fracaso rotundo de la gestión de la concertación con respecto a las mayorías; lo que le puede faltar son los pantalones para pararse frente al imperio y decidir cumplir con aquello para lo que fue elegido alguna vez que es lograr el bienestar de su pueblo.

La verdad es que se nos vuelve a plantear un dilema que hace rato ronda la discusión política latinoamericana. Optamos por una gobernabilidad democrática que mantenga a nuestros pueblos asustados y sumisos, reprimiéndolos cada vez que salgan a la calle a plantear sus demandas, criminalizando la protesta social y así cumplimos de manera rigurosa y casi religiosa el mandato del imperio; o nos ponemos un tanto populistas, democráticos a la antigua y participativos y cumplimos nuestras promesas, haciendo aquello para lo que el pueblo nos elige, sin preocuparnos tanto por las potenciales consecuencias de tomar nuestro destino en nuestras manos, con el apoyo más importante que un presidente pueda tener, el apoyo del pueblo soberano.

Qué será, de verdad, más democrático, el populismo financiable de Chávez o el neoliberalismo que solo beneficia al capital nacional y transnacional a costa del trabajo de las mayorías, de lagos y la Concertación.

Verdaderamente un dilema para pensar y para mandarle a decir a Lagos que no sea tan cara de palo.

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